Hace unos días me ha mandado una buena amiga este delicioso relato con su autorización para publicarlo, porque quiere compartir su preocupación sobre la salud medioambiental que pueden sufrir nuestros pueblos.
Autor: Eutiquio
Vivir en la España vaciada siendo respetuosos con la naturaleza.
La cría de cerdos formó parte de la vida tradicional de nuestros pueblos para la venta de cochinillos y para la matanza, pero nunca se explotó intensivamente con fines industriales.
Me llamo Berzosa
Traemos una carta escrita en 1967 por un hombre docto, reflexionando sobre el estado de nuestros pueblos en aquel momento, pudiendo comprobar que las cosas han cambiado poco desde entonces.
Tomar café en días señalados.
En ocasiones, el objeto más común puede despertar nuestra memoria y traernos al presente aquellos recuerdos que creíamos olvidados para siempre, y volvemos a revivirlos con la misma fuerza de entonces.
Origen del apellido Rodrigo.
Este patronímico podría tener procedencia germánica, con sentido semántico de «muy glorioso, o rico en gloria». La casa nobiliaria española de los Rodrigo figura como asentada desde el siglo XIII
NUNCA VOLVERÉ A FUENTEARMEGIL
Con macrogranjas de cerdos, nunca volveré a Fuentearmegil. Las dos cosas que más he apreciado siempre de mi pueblo han sido la pureza del aire y la abundancia del agua
Los toques de las campanas de la iglesia.
Además de cumplir su principal objetivo religioso, las campanas de las iglesias tienen un fin social importante para la organización de algunas actividades necesarias en la vida de los pueblos.
El uso ancestral de las Tazas de Plata del concejo.
Cuando las costumbres de un pueblo perduran a lo largo de los años y de los siglos, alcanzan un valor simbólico de unión y confraternidad que nos identifica a todos.
La sabiduría de vivir en armonía con la tierra.
Ninguna tierra es tan buena que nos lo dé todo, ni tan ingrata que no nos dé nada si sabemos cuidarla y tratarla con esmero, de modo sostenible y ecológico.
Los paisajes conservados de la edad minúscula.
Algunas impresiones que vivimos durante la primera infancia se nos quedan grabadas en la memoria de manera indeleble, y nos acompañan toda la vida formando parte de lo que ahora somos.