Macrogranjas, una trampa mortal para los pueblos pequeños.

En este primer cuarto del siglo XXI, nos encontramos asistiendo a un proceso de involución de nuestra cultura tradicional que se está abriendo paso ante nuestros ojos a una velocidad desenfrenada sin que seamos conscientes de que nosotros mismos somos uno de los elementos que hacen posible este despropósito, que sólo va a traer calamidades para todos, y que también somos los únicos que pueden remediarlo.

El despoblamiento de los pueblos pequeños siempre se ha producido de forma paulatina, a causa de la aspiración razonable de las personas al progreso buscando proporcionar mejores condiciones de vida a sus descendientes.

Históricamente estos procesos evolutivos se daban de manera natural respondiendo a las necesidades marcadas por los factores meteorológicos y los recursos limitados de la tierra. De este modo, el tamaño de los pueblos variaba conforme a ciclos naturales, y aquellos casos en los que algún asentamiento desaparecía solía ser por el traslado a vivir de sus últimos habitantes a poblaciones vecinas.

Si observamos la fase demográfica de lo que hemos dado en llamar la España vaciada como consecuencia de las intensas convocatorias de llamada hacia las grandes urbes en la segunda mitad del siglo XX.

¿Qué es lo que puede representar diferencia con respecto al mismo fenómeno ocurrido en ocasiones precedentes? La falta de relevo generacional, puesto que el número de jóvenes es claramente insuficiente, y las propiedades que fueron heredándose de padres a hijos a lo largo de la historia no continúan cultivándose por falta de actividad agrícola de los herederos.

¿Qué futuro les espera a nuestros pueblos? Lo cierto es que se está destruyendo el tejido social que ha mantenido viva nuestra forma de vida desde los orígenes de la humanidad y, en consecuencia, las tierras de labor están dejando de ser cultivadas siguiendo nuestros usos y costumbres, produciéndose una concentración del suelo productivo en manos de un reducido número de agricultores que compran o subarriendan las fincas que, de otro modo, quedarían baldías por la diáspora de sus propietarios.

Una consecuencia del abandono del campo es la llegada de Fondos de Inversión nacionales y extranjeros, que están adquiriendo grandes extensiones de terreno cultivable en Andalucia y otras comunidades autónomas siguiendo criterios economicistas de máxima rentabilidad y menores costes con conductas desaprensivas con el ecosistema y la destrucción acelerada del medio ambiente.

En Castilla y León estamos empezando a verlo con la implantación de macrogranjas de ganadería industrial que están colonizando áreas rurales destinadas tradicionalmente a la agricultura extensiva y al pastoreo principalmente de ganado lanar, poniendo en riesgo los recursos relacionados con la naturaleza que nos han acompañado secularmente.

– Nosotros somos la generación que levantamos la agricultura con la concentración parcelaria, y nosotros seremos la generación que la vamos a ver.desaparecer tal y como la conocemos -dice apesadumbrado uno de los agricultores de toda la vida, que está a punto de jubilarse-. Hace cien años le arrancamos a un marqués el dominio de la tierra para que fuera nuestra, y ahora resulta que cien años más tarde los empresarios de las macrogranjas vienen arrollándolo todo. llenando las tierras de purines infestados de medicamentos y contaminando el agua que bebemos con nitratos. En estos cien años no hemos aprendido nada, y para cuando queramos darnos cuenta ni respirar podremos.

– ¿Y qué podríamos hacer, según usted?

– Pues mira, cualquier cosa menos quedarnos cruzados de brazos esperando a ver las consecuencias. No podemos consentir que vengan los de fuera a llenarnos la cabeza de fuegos fatuos, prometiéndonos el oro y el moro a cambio de destruir lo que consiguieron nuestros padres y nuestros abuelos. Las macrogranjas son una trampa mortal que se llevan todo por delante. Tenemos que preservar el legado de nuestros antepasados, y que el aire siga siendo limpio, el agua siga siendo clara, y las tierras que ellos sembraron se libren del oprobio de toneladas de basura contaminante que corrompan el terreno para siempre. Todavía estamos a tiempo.

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