La España vaciada (14). La recompensa de tratar a la tierra como madre nutricia.

En estos días asistimos al fracaso de algunos principios que nos impusieron como incontrovertibles, que sustituían a otros más acordes con el orden de la naturaleza y con nuestro funcionamiento como seres vivos en equilibrio con ella.

Vemos que están apareciendo expresiones nuevas, como cultivo ecológico, desarrollo sostenible o productos biodegradables, que ya existían cuando las cosas se hacían siguiendo procedimientos tradicionales que empezaron a verse como desaconsejables y trasnochados.

Así, si nos detenemos a analizar por ejemplo el viejo concepto de economía de subsistencia, podemos entrever que subyacen dentro de él nociones de minimización del gasto y de gestión de recursos que inicialmente podrían pasarnos desapercibidas.

Su objetivo fundamental es proporcionar los alimentos y medios esenciales para asegurar la supervivencia en las mejores condiciones existenciales para el grupo familiar y poblacional.

Es una economía de autoconsumo, apoyada principalmente en tareas agrícolas y ganaderas enfocadas a la alimentación de la propia familia con escasos excedentes para cubrir necesidades básicas mediante un pequeño intercambio comercial de ámbito local o comarcal.

Las labores agrícolas y ganaderas se realizaban alterando lo menos posible los procesos naturales, lo que se hacía removiendo la tierra de cultivo con herramientas manuales, fertilizándola con estiércol de los ganados con el estercolado o el pastoreo, sembrando semillas escogidas entre las mejores de la cosecha anterior, recolectando a mano los frutos entrados en sazón y consumiéndolos con la menor transformación posible.

El inconveniente de este modo de vida era la fuerte dependencia de las inclemencias del tiempo, puesto que los fenómenos meteorológicos podían echar a perder el trabajo de toda la temporada y ocasionar escaseces difíciles de atajar por falta de provisiones acumuladas de años anteriores.

La economía de subsistencia ha estado presente en la historia de la humanidad desde el principio de los tiempos, cuando el hombre era cazador y recolector de frutos silvestres, y fue así hasta la llegada de la Revolución Industrial, durante la que los empresarios procuraban que sus propios obreros gastasen parte de su salario comprando los artículos que ellos mismos producían en las fábricas por un sueldo muy bajo.

Hemos pasado de una economía de subsistencia armonizada con el entorno a una economía consumista descontrolada que está terminando con un modo de vida tradicional basado en el conocimiento del medio y el respeto a la tierra.

Todavía estamos a tiempo de invertir la tendencia que está convirtiendo la España interior en un espacio vacío y yermo.

Es suficiente con recuperar las prácticas tradicionales, desechar los afanes economicistas que lo asolan todo, y cuidar la tierra como si fuera la fuente de vida que realmente es para nosotros.

Seguro que, en unas pocas añadas de cambio de rumbo, nos recompensa.

2 comentarios

  1. Me contaban… hace unos días… historia de pueblo, madre de 11 hijos que los crio y levanto sembrando patatas y vendiendo el excedente… pregunté… parece que ninguno quedo en el pueblo… solo las vacaciones, una propiedad bonita… ¡quién hubiera imaginado el trayecto de esa tierra!

  2. La verdad es que quedarse viuda antiguamente en un pueblo donde el trabajo caía principalmente en los hombres por ser un trabajo duro, era una desgracia doble. Por suerte, la mecanización del campo ha permitido que también las mujeres puedan hacerlo en mejores condiciones que antes. en esto el femenismo ha salido ganando mucho.

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