EL SORIANO

Vetusto caserón hoy decadente,
de piedras y sillares construído,
quiero antes de que seas derruído
cantar tu gran labor en Fuencaliente.

Soriano de Soria pura,
soriano de invierno rudo,
cabeza de Extremadura
tal como reza el escudo.

Soriano de pura cepa,
curtido en tus sinsabores,
que experimentas olores
de tomillares y estepa.

Las arrugas de tu frente
son señas de desconsuelo,
recordadas en la mente
de tanto mirar al cielo.

Campesino y ganadero,
artesano, agricultor,
creyente y fiel escudero
del que eliges por señor.

Celtibérico blasón
que luces en la solapa
y exhibes con emoción
que va cosido en tu capa.

Soriano de la alta sierra insertado entre pinares,
trabajador de la tierra
en inhóspitos lugares.

Observador alienado
de aliagas y de encinares
cuando cuidas el ganado
entre barbecho y trigales.

Curtido en muchas batallas
con arado en la labranza,
montado en cólera estallas
anhelando la esperanza.

Tienes los ojos abiertos
que te incitan a soñar
en esos campos tan muertos
que ocupan tu malestar.

Todo convertido en nada te imprime melancolía
al ver la tierra apagada
que cultivasteis un día.

Heredero de la historia
que te marcó tu destino,
recuerdas en la memoria
el asedio numantino.

Que a pesar de algunos daños,
nos mantuvo soberanos
al menos por unos años
de los soldados romanos.

La Historia te hizo fuerte
para valorar la vida
con tu gente compartida
hasta que llegue la muerte

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