Carta abierta de alguien que vive fuera

En nuestros pueblos hay dos clases de gente: los que son del pueblo y los forasteros. Lo malo es que la diferencia entre unos y otros no está siempre clara, y muchas veces entre los forasteros también entran los que son hijos del pueblo y viven fuera, que es un poco como estar en camino de nadie.

Sentirse forastero en la propia tierra tiene algo de regusto desagradable como el que nos queda en la boca cuando bebemos vino avinagrado o probamos el tocino del magrero y sabe un poco a rancio. Ninguno tenemos la culpa y a todos nos gustaría que las cosas fuesen de otro modo.

Para los que vivimos lejos el mes de septiembre nos arranca un raizón de nostalgia mayor que otros meses. No sé si es porque nos acordamos de las eras descansadas de la cosecha del trigo y esperando los montones de alubias, de cuando todo el pueblo vendimiaba el mismo día y se hacía el vino en los lagares, o si es sólo que el final del verano y las primeras lluvias del otoño nos hacen pensar en el invierno.

Hoy he recibido un correo electrónico de Javier, que vive en Barcelona, y me habla de sus vacaciones este año en el pueblo:

«Se puede apreciar enseguida el resultado de la despoblación y el olvido. Han tirado, o se han venido abajo bastantes casas y corrales que quedaban medio en ruinas, y daban un aire antiguo y entrañable al pueblo. Con lo que, poco a poco , todo se transforma y se pierde en el espacio y en el recuerdo.

Están construyendo alguna casa nueva, una de unos cazadores y alguna más, pero de construcion moderna, que rompen un poco el encanto del adobe, la madera y la piedra.

Hice alguna que otra foto, de aspectos, tareas, o cosas que otros años me habían pasado desapercibidos ( las eras con sus montones de grano, las cosechadoras segando los cereales, algún rebaño de ovejas, paisajes, la estela de la ermita de san Roque y otros rincones).

Dediqué un rato a pasarme por Fuencaliente para hacer unas fotos de la ermita y el nacimiento del río contiguo , de la iglesia, de la cantera, y de las ruinas del viejo convento. «

El pueblo se revitaliza con las nuevas viviendas, mejor si sus moradores lo son de todo el tiempo que si sólo las quieren para los fines de semana, y tal vez tampoco sea malo el cambio aunque las calles pierdan su estampa entrañable por ser la imagen que vimos siempre y que recordamos.

Lo que no puede ser bueno es asistir al derrumbamiento de las viviendas abandonadas que se están cayendo, y ver el hueco que queda en el aire donde hace unos años vivieron vecinos, o cachimanes usados como pajares, cortijos o cocheras para los aperos y el carro.

Leyendo la carta de Javier nos entran ganas de escribirlo todo, de fotografiarlo todo, de grabarlo en una película como si congelásemos el tiempo.

Y algún día podremos decir a quien quiera saberlo: así era antes nuestro pueblo.

6 comentarios

  1. Yo creo en mi modesta opnion, que todas las personas relacionadas con el pueblo de Fuentearmegil,deberiamos de aportar de una manera o otra nuestro granito de arena.

  2. La cosa es que yo tengo más ganas que nadie de recibir aportaciones de todos, poniendo cada uno su granito de arena, mejor si es de trigo que de arena, pero pienso que es difícil conseguirlo porque todos estamos en muchas cosas y no podemos estar en todo. Por otra parte creo que tendría que ser el ayuntamiento el que abriese una página web del pueblo como han hecho otros, y que ésta nuestra siguiera siendo sólo una aportación voluntaria de un hijo del pueblo que está fuera del pueblo.

  3. A mí, igual que a Javier, me descorazonó la sensación de vacío, de pérdida, de desazón, en mi último verano en el pueblo, en un intento de transmitir a mis hijos todas aquellas sensaciones que no se repetirán. Yo hace años que no tengo ningún vínculo material, con Fuentearmegil, sólo lo llevo orgullosa en el alma, juez y parte de muchas primeras experiencias. Cada vez estoy más convencida que nunca has de volver donde has sido inmensamente feliz, para que nada enturbie el recuerdo de esos días, en los que hasta el mar era posible más allá de los pinos de Santervás, en una adolescencia extrema como todas las efervescencias de sensaciones que nos invaden el entendimiento,
    Juventud, divino tesoro, que te vas para no volver, cuando quiero llorar,no lloro, y, a veces, lloro sin querer…(Machado, por supuesto)

  4. Caminante, son tus huellas
    el camino y nada mas
    Caminante, no hay camino
    Se hace camino al andar
    Y al volver la vista atras
    Se ve las sendas que nunca
    Se ha de volver a pisar.
    Caminante no hay camino
    Sino estelas en el mar

  5. cuando yo leía de pequeño las poesías de Antonio Machado me imaginaba que las había escrito pensando en nuestro pueblo. al ser mayor supe que no tenía razón, pero eran tan bonitas que siempre he pensado que las podía haber escrito paseando por nuestro monte, por la orilla de nuestro río o caminando por el camino que va a fuencaliente o a Santervás, a lo mejor hacia zayuelas…

  6. Huid de escenarios,pulpitos, plataformas y pedestales.

    Nunca perdais contacto con el suelo; porque solo asi tendreis una idea aproximada de vuestra estatuta.

    ( Antonio Machado )

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