La lluvia amarilla.
Por todos los Ainielles. Los que ya quedaron desiertos, los que están a punto de hacerlo y los que se vaciarán. Aunque a muchos les moleste la palabra, su sentido es literal
— El retrato de los pueblos abandonados.
Autora:Cristina Armunia Berges.
Esconderse en un molino para no ser testigo de la marcha de otra familia del pueblo. Para no ver lo irremediable, algo contra lo que no se puede luchar. El vacío. Buscar un escondrijo para que el desertor, otro que tira la toalla en medio de una lenta agonía, no pueda cruzarse contigo y observar tu brutal desolación, la de quedarse solo en el lugar en el que has nacido, crecido y tenido descendencia. Hijos que se fueron con el estallido de la guerra, por una enfermedad incurable de la época o en el éxodo rural posterior. Las historias de abandono de entonces no son como las de ahora, aunque todas comparten trazas de impotencia. Sálvese quien pueda.
https://www.eldiario.es/opinion/zona-critica/lluvia-amarilla_129_8538435.html