90 aniversario de la compra del Coto Redondo

En el 2014 se cumplen 90 años desde que el día 2 de abril de 1924 los vecinos de entonces compraron el Coto Redondo al titular del terreno que lo había escriturado a su nombre en 1885 en la Notaría del Burgo. En aquella época eran muchos los pueblos españoles que se encontraban en manos de un único propietario, y lo mismo que en nuestro caso muchos otros también se liberaron con formas parecidas a la nuestra.

A la luz de la historia no queda del todo claro el procedimiento por el que el conde de Adanero llegó a hacerse dueño del Coto que en todo caso podría corresponderle alguna parte por herencia, pero nunca su totalidad,, menos todavía las iglesias, las ermitas y los cementerios. Prueba de ello son los muchos litigios abiertos por los vecinos contra la apropiación ilegal, con independencia de los resultados alcanzados en las estancias judiciales. En la memoria de las gentes y en el testimonio de los documentos históricos consultados, los cuarenta años transcurridos entre 1985 y 1924 han quedado grabados como una de las temporadas de mayor necesidad y rentas más abusivas.

la recuperación de los terrenos con la ayuda de don Juan José de Pablo, que estaba de cura en la ermita del Burgo y era hijo de Lorenza Romero, que era de Santervás y se había ido de moza a servir al Burgo, fue el final de un tiempo de miserias y el principio de una época de prosperidad en la que cada uno era dueño de las tierras que araba, de los corrales de sus rebaños y de sus casas.

Sabemos poco de los sacrificios que pasarían para poder responder al pago de los créditos necesarios, ni del criterio seguido para hacer el reparto de modo desigual de las propiedades entre todos. Algo que tampoco sabemos totalmente, que ha llegado hasta nosotros de forma bastante imprecisa, es la verdadera razón por la que los vecinos de uno de los pueblos al final no quisieron hacer la gestión con los otros, que sólo podemos entender de algún modo leyendo desde el principio hasta el final el memorandum redactado recogiendo aquellos hechos.

Un rasgo peculiar del Coto Redondo es la existencia de numerosos espacios comunes de propiedad indivisa, como montes, praderas, repechos, márgenes de ríos y arroyos, además de las casas del vaquero, el boticario y el médico, así como los plantíos y los prados, las eras y las tierras cultivadas por el conjunto del concejo para contribuir al pago de los gastos comunales.

A partir de 1924 se abrió un tiempo de progreso, subiendo su calidad de vida, lo que les permitió afrontar en mejores condiciones los avatares de la Guerra Civil y las penurias motivadas por el conflicto bélico que se alargaron hasta bien entrados los años cincuenta.

Así, nuestros pueblos se desarrollaron y evolucionaron a la par que el resto de los demás de Castilla. A mediados de los sesenta se hizo la concentración parcelaria que introdujo la mecanización agrícola, reduciéndose la necesidad de la mano de obra con la consiguiente pérdida de puestos de trabajo que llevó a muchos jóvenes y no tan jóvenes a salir a las grandes capitales y al extranjero en busca de otras formas de ganarse la vida. Una consecuencia de la disminución del número de personas ha sido el abandono de las costumbres tradicionales, que se ha ido haciendo mayor a partir de la década de los setenta, y la amenaza de la despoblación que está empezando a afectarnos.

A pesar de ello, los 90 años pasados desde 1924 desde la compra del Coto Redondo ha sido un tiempo de progreso, cultivando cada vecino los terrenos de su propiedad y disfrutando de los beneficios alcanzados con su propio trabajo, lo que les ha permitido alcanzar mejores condiciones de vida y dar a sus hijos los medios necesarios para acceder a una posición de bienestar social que hubiese sido impensable de haber seguido sometidos a los sojuzgamientos históricos.

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