Uso de dos palabras para nuestro producto gastronómico más prestigioso.

¿Qué ignotos misterios encierra el corazón de un trozo de tocino frito con vetas de magro y corteza crujiente?

Una de las sorpresas que nos ha regalado el primer cuarto de este siglo de tecnologías punta, preocupaciones por el cambio climático y continuos descubrimientos entre los chefs aficionados a las innovaciones culinarias, ha sido el prestigio apoteósico que ha alcanzado en los últimos años esta joya de la gastronomía a la que el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española llama torrezno, pero que también se conoce como torrendo en muchas partes del panorama nacional.

A los sorianos nos gusta creer que es una comida muy nuestra, una especie de monumento secular de la cocina provincial, pero estamos delante de un plato que se consume con éxito en Madrid, Aragón, Cataluña y casi toda España y Portugal. Probablemente fuera de la península Ibérica sea menos popular y sea más fácil de encontrar cortado en tiras finas y en otras presentaciones más sofisticadas.

Pero volvamos a la cuestión del nombre. ¿Podría ser que torrezno sea una palabra con una evolución etimológica anómala? Considero que sí. El subfijo -ezno es poco frecuente en nuestro idioma, y los casos que existen, como osezno, lobezno o pavezno, hacen referencia a cachorros de osos, lobos y pavos, pero son excepcionales los sustantivos con esta terminación con semántica ajena a la de cría de animal.

Por otra parte, aunque no aparezca en el diccionario oficial ni siquiera como expresión local, lo cierto es que se llama torrendo en muchos valles del sur de la provincia de Cantabria, en bastantes comarcas de Soria, y en los pueblos de Guadalajara que lindan con nuestra provincia.

En Etimología, el subfijo -endo se utiliza en los gerundios de la segunda conjugación de los verbos. La palabra torrendo podría derivarse del verbo torrar, freír con aceite o grasa, cambiando durante el proceso evolutivo hasta adoptar la forma que ha llegado a nosotros por asimilación de la vocal a en e.

Además de todas las formas verbales del gerundio de la segunda conjugación, nuestra lengua tiene un buen número de palabras que terminan en -endo, como estupendo, aprendo, tremendo, atuendo, y muchas otras, por lo que podríamos llegar a la conclusión de que tanto la palabra torrezno como torrendo deberían considerarse válidas, puesto que las dos expresan claramente el sentido de su significado, y las dos se encuentran en uso en amplias zonas del territorio español.

Llamémosle de un modo o de otro, que a mi parecer tanto monta como monta tanto a efectos prácticos, ese manjar exquisito constituido por un trozo, ni grande ni pequeño, de tocino frito con vetas de magro y corteza crujiente, merece por derecho propio pasar a formar parte del patrimonio gastronómico mundial, y fijar su capitalidad, también por derecho propio, en la capital de Soria. ¿qué otra ciudad puede ser mejor que la nuestra para ser nombrada la capital mundial del torrendo?

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