Refrán sobre el artesonado mudéjar de la iglesia de Fuentearmegil

Pocas veces podemos conocer el origen de un refrán, de un dicho o de una frase sentenciosa de esas que nos hacen pensar en la importante sabiduría popular que encierran, y que a veces menospreciamos porque no los hemos encontrado escritos en los libros.

No es el caso de esta extraordinaria sentencia filosófica que nos ha ayudado a recopilar Juan, que escuchó en boca de su abuelo Marcelino y que, como el mismo Juan dice, seguramente él habría escuchado de labios de su abuela o de cualquiera de sus antepasados: » qué buena madera trajeron y que trocitos la hicieron».

Se refiere, claro está, a la transformación sufrida por la madera hasta convertirse en las manos del artista en el extraordinario artesonado mudéjar que podemos admirar, una vez que ha sido restaurado, en la iglesia de Fuentearmegil.

Dejamos para los estudiosos la tarea de profundizar en el sentido histórico del mensaje. Saber de dónde trajeron la madera. La clase de madera de que se trata y las extraordinarias cualidades que tiene. Quiénes la trajeron, cuántos eran y hasta dónde alcanzaban sus conocimientos. Si existen posibles descendientes de los artífices del artesonado entre los vecinos del pueblo…

No entraremos tampoco en el análisis del sentido figurado de la frase, que nos obligaría a extendernos excesivamente y hacer comentarios sobre la valoración del arte que en ocasiones todos podemos arriesgar desde los límites de nuestro conocimiento, pero sí queremos dejar constancia escrita del legado que hemos recibido de nuestros mayores, y de la inapreciable riqueza cultural que ha llegado hasta nuestros días a través de los siglos. Si lo dejásemos olvidar nosotros, no habríamos cumplido con el deber de legar a nuestros hijos lo más importante de todo lo que de nuestros mayores hemos recibido.

» qué buena madera trajeron y que trocitos la hicieron».

Así sabemos que el artesonado mudéjar de la iglesia da origen a un refrán que es, más que ningún otro, nuestro. Lo crearon antepasados nuestros en el momento de la alta Edad Media en que el arte mudéjar forjaba el precioso artesonado que hoy en día, cientos de años después, podemos seguir disfrutando todos.

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