Los burros del molinero

Hablando con uno de Fuencaliente mientras nos tomábamos una cerveza en el teleclub, nos acordábamos este día de cuando el molinero venía con su hilera de burros a hacer el reparto de la harinilla y llevarse de vuelta otra carga de sacos de centeno o lo que se terciara para molerlo en el molino y devolverlo molido para pienso de la hacienda.

-Antes la gente no tiraba tanto del pienso compuesto y se agarraba más a lo de la cosecha.

-De los molineros se contaban muchas, y es de imaginar que no todas les pasasen a ellos, pero así fue hasta el último que hubo por aquí.

-Con el último ya no era lo mismo, porque hasta donde alcanzo estoy en que nunca tuvo burros y para ir de un pueblo a otro iba en bicicleta.

-Los molineros de siempre tenían una buena media docena de burros que los llevaban uno detrás de otro, y él se montaba en el primero de la fila, que llevaba una zumba grande como las que ponían a los bueyes para llevarles a la feria cuando iban a venderlos.

-Era una manera como otra cualquiera de pregonarse según iba de casa en casa haciendo el reparto y recogiendo. Los fresqueros, como se paraban en la plaza, la costumbre es que dieran una propina a los chicos de la escuela para que dieran una ronda pregonando a coro el género: se venden sardinas, chicharros, gallos, zapateros y merluza congelada del fresquero de Aranda en la plaza.

-?Y cómo se las arreglaba el molinero para que no se le desmandasen los burros y se salieran del carril?

-Pues estando al tanto. Cuentan que una vez uno se volvió a medio camino pensando que se le había escapado un burro y que no descubrió el engaño hasta que los contó su mujer y vio que estaban todos.

-?Y dónde estaba el marro?

-Es de cajón. Para contarlos se volvía hacia atrás y los iba repasando llamándoles por el nombre, y los conocía por la forma de mover la cabeza al llamarles, unos dando una cabezada hacia arriba como si estuviesen pensando en sus cosas y se asustaran, otros meneando las orejas como para espantarse las moscas, y otros levantando el pescuezo como para asomarse por encima del lomo del que iba delante para que le viera.

-Bueno, ¿y qué?

-¿A ti no te ha pasado nunca que te pones a buscar una cosa y al final te das cuenta que la tienes en la mano? Pues lo mismo. Resulta que como miraba hacia atrás para hacer el recuento de las cabezas se le olvidaba contar la cabeza del que iba encima.

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