Las historias de mi abuelo

La compra del coto

El día 2 de abril de 1924 los colonos de Fuentearmegil, Santervás y Zayuelas se convirtieron en propietarios legítimos del Coto. Ya son pocos los vecinos con vida que recuerdan aquella fecha. Sin embargo, todavía queda alguno.

Félix Cabrerizo ha pasado casi toda su vida en Santervás del Burgo. En la actualidad, es el hombre más viejo del pueblo. Aunque ya han transcurrido muchos años, su memoria no flaquea y todavía recuerda alguna anécdota relacionada con la compra del Coto.

Con Juan José de Pablo a la cabeza, varios miembros de los tres pueblos viajaron a Madrid para formalizar la compra. Entre ellos se encontraban el tío Luis, el tío Lucio y el tío Pedro. La operación salió bien, según lo previsto. Los representantes de Fuentearmegil, Santervás y Zayuelas decidieron celebrar el éxito en un restaurante de la capital.

El grupo de hombres no disimulaba su alegría. El sueño ya era realidad. Hasta entonces las casas, las tierras, incluso gran parte de sus cosechas pertenecían al Conde de Adanero. Sin embargo, ese día los colonos se convirtieron en los dueños de sus propias vidas.

Los nuevos propietarios, con sus capotes y sus ropas de pueblo, se acercaron a un restaurante de lujo. Aquello merecía una celebración a lo grande. Pero una vez allí no les dejaban entrar. Por un momento, la fiesta estuvo a punto de estropearse. El tío Pedro de Fuentearmegil dio la cara:

-¿Qué ocurre? ¿Por qué no podemos entrar? ?preguntó a un camarero.

-Lo siento señores, pero este es un restaurante de lujo. Ustedes no pueden entrar aquí.

En ese momento, el tío Pedro le enseñó un fajo de billetes. La actitud seca del camarero cambió enseguida.

-Pasen, pasen ustedes ?les dijo.

Así comenzó la fiesta. Por una vez, aquellos hombres se olvidaron del duro trabajo del campo, de las enfermedades, del hambre… “Poderoso caballero es don dinero”.

EPIDEMIA EN SANTERVÁS

En los años veinte, una epidemia acabó con muchas vidas en Santervás del Burgo. Según Félix Cabrerizo y otros ancianos del pueblo se trataba del cólera. En su libro, Juan José de Pablo habla de una “infección tífica”.

El origen de la epidemia se desconoce. Sin embargo, algunos piensan que los dulzaineros de Santervás, el tío Nicolás y el tío Lázaro, trajeron la enfermedad de un pueblo llamado Las Hoces. Esta hipótesis parece poco probable porque ninguno de estos dos músicos desarrolló la dolencia.

El miedo al contagio se propagó por el pueblo más rápido que la infección. Los enfermos vivían aislados en sus casas. Nadie se atrevía a acercarse a ellos excepto el tío Juanote y la tía Isidora que se encargaban de enterrar a los enfermos que habían muerto. A los funerales nadie acudía y los cuerpos eran trasladados al Campo Santo a hombros y sin caja.

Para terminar con la infección se tomaron varias medidas. La única que resultó eficaz fue la construcción de la fuente actual, aunque se tomaron otras como cortar todos los chopos que estaban plantados en esa zona.

El agua fue el agente que propagó la enfermedad entre los vecinos del pueblo. Los enfermos dejaban sus cántaros vacíos en la puerta. Después, cualquiera los recogía y los llenaba en la fuente, que entonces tan sólo era una poza. Para llenar estos recipientes, ya contaminados puesto que los utilizaban personas enfermas, era necesario sumergirlos dentro del manantial. De este modo, la infección pasaba al agua y de aquí a las personas que la bebían.

Un análisis demostró que el manantial estaba contaminado. Por este motivo se construyó la fuente, para evitar nuevos contagios. A partir de entonces, el agua se cogía de los caños y ya no era necesario sumergir los cántaros dentro del manantial. Así terminó la epidemia.

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