La mejor temporada de setas

Andar sin prisa por el campo en otoño tiene un encanto balsámico que agrada a los sentidos y levanta el estado de ánimo. Oír moverse la brisa entre los árboles como si los acariciara, escuchar el canto de los pájaros revoloteando en busca de algún insecto o algún grano, acercarse a la orilla de un arroyo y meter los pies descalzos en la corriente para refrescarnos…

La hierba de las praderas rebrota con los primeros chaparrones otoñales, y de trecho en trecho encontramos alguna quitameriendas o un corro de setas en las zonas más verdes o nacida debajo de algún cardo.

Los hombres aran sus besanas preparándolas para la siembra, y de tarde en tarde hay alguno que canta tonadas antiguas mientras empuña la esteva.

Poco antes de tocar las campanas a mediodía se ven personas recorriendo los caminos con la taleguilla de la comida para los que no pueden dejar la faena para comer en casa.

Los pastores pastorean sus rebaños de ovejas procurando que no entren en los vedados ni se embarguen amorrándose a la hoja de las viñas o la hierba mojada por las nieblas matinales.

Los balidos de las ovejas careando a lo lejos nos llegan como notas musicales flotando en el aire.

Los cogedores de setas se reconocen porque llevan una cesta no muy grande en una mano, y miran el suelo con ojos de águila en busca de una presa.

De pequeño mi abuela nos llevaba a coger setas rileras a las leñeras que por entonces había al borde de las eras, y nos las comíamos fritas de merienda. Cuando había llovido la hierba estaba mojada y volvíamos con las pantorrillas escurriendo agua.

Las setas se pueden recolectar prácticamente durante los doce meses del año. En febrero empiezan a aparecer Los primeros mazuelos, de color gris oscuro. En marzo y abril. Los perrechicos, muy apreciados por los más seteros. En mayo salen las rileras, que también se conocen como senderillas o senderuelas, las de cardo o del rabo a medio lado, las colmenillas y los hongos, también llamados nansarones.

Los hongos han sido de toda la vida un regalo para los pastores, que se los comían asados en las ascuas de las lumbres que hacían estando con las ovejas, muchas veces echándoles sólo un poco de sal, o sal y un chorro de aceite, o también con unos trocitos de tocino o de magro, y les estaban superiores. Los hongos vienen a ser champiñones silvestres, pero con mucho más sabor y más buenos.

Junio es el mes de las cantarelus, que se dan más en la zona de pinares y puede confundirse con alguna seta venenosa. Los boletus pueden aparecer en primavera y otoño, dependiendo de la temporada de lluvias. En nuestros pueblos se conocen como migueletes, y tienen un sabor exquisito

Desde julio hasta que llegan los fríos se da la amanita cesarea, pero es raro encontrarla si no llueve.

En Septiembre empieza la temporada de los níscalos, que en nuestra zona solemos llamar nícalos y también figura en el diccionario como palabra correcta. Es la seta típica de la zona de pinares, y la campaña de recogida puede durar varios meses, según venga de seca o de agua.

Ir a buscar setas es un poco como ir de caza o de pesca. Lo más importante es pasar un buen rato en el campo, descansando del trabajo de cada día y pensando que con un poco de suerte detrás de una piedra o al abrigo de unas matas podemos encontrar un ejemplar que llame la atención de todos. Lo de menos es que volvamos con la cesta llena o escurrida, aunque mucho mejor si podemos enseñarla hasta los topes y que todos abran los ojos de par en par viendo cuántas hemos cogido.

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