La España vaciada.

El estado de abandono de nuestra tierra

La concentración de personas en grandes ciudades cada vez más deshumanizadas experimentada en nuestro país especialmente desde hace cincuenta años, está aniquilando el modo tradicional de vivir en los pueblos donde se convivía entre todos los vecinos y en armonía con los ritmos de la naturaleza. Cada año se celebran grandes manifestaciones reclamando políticas estatales activas para contrarrestar las causas que producen «la España vaciada», a las que asisten representantes de partidos políticos, personas llegadas desde sus pueblos y también muchos de los que emigraron hace cuarenta años y de sus hijos nacidos ya lejos de donde lo hicieron sus padres, que ocupan las avenidas de las ciudades y avanzan enarbolando sus pancartas y sus reivindicaciones por la pérdida y el futuro que aguarda a las tierras sin sembrar y las casas deshabitadas. Lo más difícil de entender es que sabemos que el 75% de la población urbanita es de origen rural, lo que quiere decir que la mayor parte de los que intervienen en las manifestaciones han nacido ellos o sus padres en las zonas que han quedado vacías y que son ellos mismos los que exigen a los Gobiernos de turno que hagan algo para que no queden deshabitadas. La contradicción es muy evidente, pero a la vez mos sugiere que tienen que existir razones de peso que han motivado los movimientos demográficos masivos que han vaciado los pueblos hasta convertirlo en un problema grave que nos afecta como Estado y no podemos mirar hacia otro lado, ignorándolo. Nos preguntamos qué buscan las personas cuando deciden abandonar sus pueblos para irse a vivir a las capitales o al extranjero. Por supuesto que en la mayoría de las ocasiones no se trata de un sentimiento de rechazo de su lugar de nacimiento y que, al revés, se pasan la vida acordándose de lo que dejaron atrás buscando ganarse la vida fuera. Si esto es así, debería ser fácil encontrar la manera de resolver el problema antes de que sea demasiado tarde, y tendríamos que empezar por descubrir la causa que nos ha llevado a esta situación sin que hayamos sido conscientes nunca de haber sido nosotros mismos los que lo hemos provocado. Por suerte, todavía no se ha llegado al punto de no retorno y nos hemos dado cuenta antes de que no tenga remedio. Se trata, vamos a decirlo así, de averiguar las razones que en su momento produjeron la diáspora general, lo que puede ser el primer paso para ponerle remedio antes de que sea imposible dar marcha atrás y lo paguemos todos.

Un comentario

  1. Empezamos una serie de artículos en torno al tema de «La España vaciada», tratando de abordar el problema de la despoblación desde los distintos puntos de vista. Os animo a escribir algo sobre este tema, que tanto preocupa a los que nos sentimos vinculados a nuestra tierra. No podemos resignarnos a la idea de que no tiene remedio, y seguro que hay muchas cosas que todavía se pueden hacer para que los pueblos no terminen despoblándose.

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