Cuando el sol toca el horizonte
se oyen los pasos del agricultor cansino
que caminando se dirige al monte
cumpliendo así con su misión y su destino.Ya engancha el animal al carro,
a las mulas apareja con el cincho,
con cuidado aparta de sus pies el barro
cuando en el reloj suenan ya las cinco.Otro día de monótono trabajo,
otra vaz el sudor recorrerá su frente
mientras piensa en buscar algún atajo
para no perjudicar mucho su mente.Cansado está de la monotonía,
de decir y repetir las mismas cosas,
de sentir despierto el sueño cada día,
de separar los cardos de las rosas.Camina por sembrados y por liegos
esquivando de los baches el camino
y piensa en como derribar los miedos
que acechan y amedrantan su destino.Del éxito la clave está en la siembra,
pues ha de utilizar buena semilla,
que esparce por la tierra como hembra,
sabiendo que no es cosa tan sencilla.Para saber del tiempo mira al cielo,
pendiente está de lluvias y de heladas
y en su fuero interno siente el miedo
que tienen esas noches estrelladas.Esboza el plan como buen delineante
rasgando la tierra en surcos paralelos,
a medio paso en medida equidistante
como si fueran sus manos con los dedos.La recompensa obtiene entre temblores,
pues las plantas producen ya los granos
y entre esfuerzos sufrimientos y dolores
recoge el fruto del trabajo con sus manos.Tanto sufrimiento mereció la pena,
obtiene recompensa a su osadía,
como el reo que cumple su condena
y sale a disfrutar el día a día.Unce los machos al ubio de madera
y presto los haces a su carro echa,
y por camino y senda ya maltrecha
los lleva con paciencia hasta la era.La parva extiende temprano a la mañana
con horcas para el trillo preparada,
y en dar vueltas y en tornar se afana
a dejar del grano la paja separada.Ufano guarda el trigo que ha obtenido
haciendo caso omiso a su desgana,
como lleva el ave la comida al nido
y tener así para comer mañana.