Dos lechigadas de cochinos desiguales

En aquella época en casi todas las casas se tenía alguna cochina que se dedicaba a la cría de cochinos para la venta y, cuando así convenía, se destinaba a la matanza.

Pues bien, al rededor de esta costumbre, que hace años ha desaparecido casi por completo, pueden contarse mil y una anécdotas, como la que les pasó al tio Anselmo de la tia Cándida y a la tia Luisa, que era viuda, cuando cada uno con su carro fueron a vender los cochinos al mercado del Burgo.

Las lechigadas solían ser muy desiguales unas de otras, muchas veces porque las cochinas parían pocos, y otras veces porque la enfermedad del blanquillo hacía estragos entre los cochinos.

Y eso es lo que le había pasado a la tia Luisa aquel año, que la cochina había parido diez o doce, que no estaba nada mal, pero en la primera semana la madre había matado cuatro pillándoles debajo al tumbarse, y cuando los otros tenían menos de un mes les entró la enfermedad y al final sólo quedaron dos de toda la camada. Por el contrario, a la tia Cándida se le lograron once de los catorce que había parido su cochina, y el tio Anselmo estaba bastante seguro de que los vendería bien con su facilidad para cerrar buenos tratos.

El precio en el mercado variaba mucho de unos días a otros, según que hubiese más o menos ganado a la venta, y muchas veces los tratantes se paseaban de arriba a abajo regateando mucho y asegurando que otro se los dejaba mucho más baratos.

Cuando veían el carro de la tía Luisa con sus dos cochinos solitarios le decían que eran muy buenos y prometían mucho, pero que como sólo tenía dos se los tenía que bajar de precio. Al tio Anselmo le pasaba lo contrario: los suyos eran bastantes, pero los tenía muy flacos y no valían nada, menos un par de ellos o tres, que podían alcanzar el precio algo más alto.

Pasaba la mañana, y ya estaba el tio Anselmo creyendo que iba a tener que volverse con la carga al pueblo, cuando la tia Luisa tuvo la idea que les iba a servir a los dos de provecho:

-¿Qué te parece si juntamos mis cochinos con los tuyos y los vendemos como si fuera una lechigada sólo?

Dicho y hecho. Los juntaron todos en el mismo carro, y cuando volvieron los tratantes negociaron un buen precio para todos los cochinos, los buenos y los malos, y dicen que consiguieron un trato tan bueno que ninguno de los dos lo hubiera podido alcanzar tan alto vendiendo cada uno por su lado los de su carro.

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