Acción social y pedagógica de D. Juan José de Pablo Romero. Por Juana Hernández Crespo.

JUANA HERNÁNDEZ CRESPO

DOCTORA EN FILOSOFÍA Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN

BURGO DE OSMA . Diciembre  de 2003

ÍNDICE

1.   INTRODUCCIÓN.

2.   ANÁLISIS DE SU VIDA Y OBRA.

3    EL PRESBÍTERO D. JUAN JOSÉ ROMERO Y SU ACCIÓN SOCIAL.

     3.1   EL “COTO REDONDO” DE FUENTEARMEGIL: PROCEDENCIA, UBICACIÓN Y ACTIVIDADES REALIZADAS EN EL MISMO.

     3.2  SANEAMIENTO Y POTABILIZACIÓN DE LAS AGUAS DE SANTERVÁS.

     3.3.  UNA ESCUELA NUEVA PARA SANTERVÁS.

4.   EL PUBLICISTA D. JUAN JOSÉ DE PABLO Y SU ACCIÓN  PEDA GÓGICA..

5.   HOMENAJE DE GRATITUD A UNA LABOR BIEN HECHA.

6.   UN LUGAR PARA EL DESCANSO: ENTRE LOS SUYOS Y CON SU AMADO.

7.   BIBLIOGRAFÍA.


ACCIÓN SOCIAL Y PEDAGÓGICA DE D. JUAN JOSÉ DE PABLO ROMERO.

1. INTRODUCCIÓN.

Sobre él podemos afirmar que supo interpretar con evidente claridad las enseñanzas expuestas en la Encíclica “Rerum novarum”, que hizo pública León XIII, el 15 de mayo de 1891, así como introducirlas y plasmarlas en el medio rural, en el que llevó a cabo una gran labor social, que culminó en la compra y parcelación del “Coto Redondo de Fuentearmegil” a través del Sindicato Católico Agrícola de Contratación y Crédito, creado por su persona, para el logro de tal fin.

Pero sus conocimientos no sólo incidieron en su entorno inmediato, sino que se proyectaron más allá, ocupando un lugar privilegiado en el campo educativo y formación docente.

Su dilatada vida (1880-1952) fue  tan fructífera que conocerla obliga a parcelarla en estadios o momentos, que, enlazados entre sí, nos diseñan y perfilan el personaje, así como modelan los aspectos más significativos de su personalidad que influirán en su trayectoria profesional, alcanzando su mayor esplendor en el campo educativo y social.

Así pues, amparándonos en estos estadios, conoceremos al hombre, al presbítero y al publicista, así como los grandes parámetros que rigen sus actuaciones, basadas en:

Defender la justicia en pro de los desfavorecidos, con los que

adquiere un compromiso activo y operante en favor de una sociedad más justa, pues es consciente de que:

“la autenticidad del amor se mide por la entrega a los demás”.

Alabar la grandeza del Creador, a cuyo servicio dedicó la mayor parte de su existencia.

Transmitir sus enseñanzas con claridad y coherencia a través de múltiples publicaciones dirigidas a educadores y ministros de la Iglesia.

2. ANÁLISIS Y DESARROLLO DE SU VIDA Y OBRA.

 Nació D. Juan José de Pablo Romero el 16 de mayo de 1880, en la villa del Burgo de Osma, Soria, a las diez y treinta de la mañana. Sin embargo, la emoción y gozo que sintieron sus padres D. Julián de Pablo, natural de Zayas de Báscones, Soria, Secretario del Ayuntamiento del Burgo de Osma, y su madre Dª. Lorenza Romero, natural de Santervás, Soria, casados “in facie Eclesiae”, ante la presencia de su primogénito varón, pronto se transformó en angustia y desolación, al comunicarles el Licenciado D. Antonio Parrilla, médico cirujano de la Villa, el eminente peligro de muerte del recién nacido.

Ante tan nefasta noticia sus progenitores solicitaron al citado médico la administración del bautismo de necesidad Iintrauterum, quien de inmediato procedió a la ejecución del mismo, asignándole el nombre de Juan José.

Al día siguiente, tal y como consta en la partida de nacimiento, el presbítero cura párroco de nuestra Señora de la Asunción, D. Tomás Calleja, bautizo solemnemente sub conditione al neonato.

La legitimidad de su procedencia se confirma en el documento anteriormente citado, que menciona a sus abuelos, siendo los mismos:

Por línea paterna:

D. Pablo de Pablo, natural de Zayas de Báscones, Soria.

Dª. Lorenza Rodrigo, natural de Santervás, Soria.

Por línea materna:

D. Pablo Romero, difunto, natural de Santervás, Soria.

Dª. Francisca Rodrigo, natural de Santervás, Soria.

Siendo testigos en la ceremonia: La madrina: Lorenza de Frias,

soltera, natural de Valdenebro y residente en esta Villa.

El médico: D. Antonio Parrilla.

El Secretario, que levantó acta y dio fe de lo acontecido:

D. Bonifacio Pérez.

Al cabo de un año, el día 28 de octubre de 1881, recibió el Sacramento de la Confirmación, imponiéndole sus manos el Excmo. Sr. Obispo del la Diócesis D. Pedro María Lagüera en presencia de su padrino D. Luis Ayuso.

Su niñez transcurrió feliz y, al igual que los niños de su edad, asistió a las escuelas públicas, en las que pronto destacó como alumno aventajado, por lo que sus padres, deseando una sólida preparación académica para su hijo, solicitaron de la autoridad competente su ingreso, en régimen externo, en el Seminario Conciliar de la Diócesis, en el que, una vez admitido, inició y concluyó estudios de Filosofía  en 1897.

Este año fue decisivo en su vida, pues, amparado en su sólida formación, proyectó su futuro, basado en “profundizar en el conocimiento de Dios y extender sus enseñanzas allí donde necesitaran de ellas”.

Por tal motivo continuó sus estudios en la citada institución, siempre en régimen externo, durante el periodo comprendido entre 1897-1900, en el que cursó las siguientes asignaturas y obtuvo estas calificaciones:

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  AÑO   CURSO               ASIGNATURAS            CALIFICACION

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1897-18981º        SAGRADA TEOLOGIA Y LUGARES      MERITISIMUS

                              TEOLOGICOS

1898-1899         2º        HISTORIA ECLESIASTICA  Y         MERITUS

                              HEBREO

1899-19003º        SAGRADA TEOLOGIA DOGMATICA       BENEMERITUS

                              Y MORAL

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Al finalizar el curso de 1899-1900, se sintió muy cansado y su aspecto flaco y languiducho, así como las molestias físicas que padecía predecían la presencia de una enfermedad que le obligó a acudir a la consulta de varios médicos locales y provinciales y concluyó en la ciudad de Valladolid, en la que debió permanecer cerca de una institución médica durante un tiempo prudencial, lo que le obligó a matricularse durante el curso de 1900-1901 en la Universidad Pontificia de Estudios Eclesiásticos para cursar 4º curso de Teología en régimen interno – externo.

Una vez más demostró su valía personal, interés y capacidad, obteniendo la calificación de Benemeritus en Sagrada Teología y Moral, tal y como consta en el certificado académico, firmado y sellado por el Sr. Rector de esa universidad.

Al año siguiente, una vez restablecido, continuó sus estudios en el Seminario Conciliar de El Burgo de Osma, matriculándose en primer curso de Derecho Canónico (1901-1902) que finalizó obteniendo la calificación de Meritisimus.

La fidelidad y transparencia de los datos constatados aparecen certificados por el Secretario de Estudis del Seminario Diocesano 

D.Constancio Santa Olalla Valenciano, presbítero, Doctor y Catedrático en Sagrada Teología.

Será este curso de especial interés para él, pues tras conocer la publicación del edicto de Ordenes Generales el 25 de octubre de 1901, solicitó sin vacilar y con premura el día 19 de noviembre la “Prima Tonsura y Ordenes Menores”. Sólo contaba 21 años. No obstante, su sueño y trayectoria hacia el sacerdocio se perfilaba y comenzaba a hacerse realidad. Sin embargo , antes de recibir las Sagradas Ordenes, los solicitantes debían demostrar sus aptitudes y capacidades que les identificaran con el perfil diseñado para asumir tal responsabilidad, debiendo cumplir los siguientes requisitos ajustados a un periodo preestablecido, siendo los mismos:

      * Ser avalados mediante informes favorables a su persona por al menos tres presbíteros de las parroquias en las que hubieran prestado algún servicio, que, en nuestro caso, fueron: D. Tomás Calleja, Párroco de El Burgo de Osma, D. Laureano Romero, Párroco de Lodares de Osma y D. Elías Pérez Sierra, Párroco de Osma.

* Ser examinados en el Sínodo, durante los días 5, 6, y 7 de Diciembre por los miembros de un tribunal, creado para tal fin, formado por los M. I. Sres. D Romualdo Calmarza, Arcediano, y D. Sinforiano de la Cantolla y de las Pozas, canónigos ambos de la Santa Iglesia Catedral, prueba que pasó sin dificultad, obteniendo excelentes resultados.

      * Tomar parte activa en las Jornadas de Reflexión e interiorización sobre la decisión adoptada y la importancia de la misma, en su posterior ejercicio ministerial. La duración de los Ejercicios Espirituales fue de once días y sirvieron de preámbulo a la ordenación de los solicitantes, que se llevó a cabo en las “Témporas de Santo Tomás” durante los días 20 y 21 de diciembre, de manos del Excmo. y Rvdmo D. José María Escudero y Ubago, Obispo de la Diócesis de Osma.

Pero D. Juan José tenía prisa por ser sacerdote y el día 28 de Abril de 1902, solicitó ante la autoridad competente, previa dispensa de intersticio, le conferieran el Sagrado Orden del Subdiaconado.

Su petición fue aceptada, pudiendo así participar en el Sínodo los días 9 y 10 de Mayo. Su actuación fue valorada positivamente por los examinadores M. I. Sres. Pau, Maestrescuela y D. Sinforiano de la Cantolla y de las Pozas, canónigo de la Santa Iglesia Catedral. Pocos días después, fue ordenado por el Excmo Sr. Obispo de la Diócesis, anteriormente citado, coincidiendo con las Témporas de la Santísima Trinidad.

Algo muy especial debía sentir en su interior al ser ordenado que le empujó y movió, una vez más con premura y sin vacilación, al solicitar del Sr. Obispo, previa dispensa de intersticio, se le admitiese e incluyese entre los futuros ordenados a Diáconos, en la fecha preestablecida del mes de diciembre de 1902, coincidente con las Témporas de Santo Tomás.

Su petición fechada el 11 de diciembre de 1902, iba avalada por certificados de buena conducta, emitidos y firmados por D. Silvestre Lozano, cura regente de la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción del Burgo de Osma, y D. Nicéforo Cabrerizo Romero, Párroco de Centenera, Arzobispado de Toledo y residente accidental durante los días 26 y 27 de Septiembre en Santervás del Burgo, al que ayudó el interesado en el ejercicio de sus actividades eclesiásticas, realizadas en la Iglesia de San Gervasio de dicha localidad.

Una vez más su petición fue tenida en cuenta permitiéndole participar en el Sínodo programado para los días 3, 4 y 5 de diciembre, siendo examinado por los Sres. Arcipreste, Maestrescuela y D. Julián Pratal, canónigo, que certificaron su excelente preparación académica. Esta se completaría con las jornadas de reflexión espiritual, que le permitirían recibir el Sagrado Orden del Diaconado en las Témporas de Santo Tomás.

Poco a poco su sueño se iba haciendo realidad, estaba a un paso de lograr aquello que anhelaba con tanta fuerza, por eso no dejaba de leer día tras día el Boletín de la Diócesis, hasta que encontró lo que buscaba, el anuncio de Ordenes Generales para Presbíteros en el periodo correspondiente a las Témporas de la Santísima Trinidad. No lo dudó un momento, y, aunque no tenía la edad reglamentaria, solicitó y suplicó a S.S. Ilma. que previa dispensa de un año de edad por Su Santidad y la de intersticio por S.S. se digne admitirle al Sagrado Orden Presbiteral.

Esta solicitud, fechada el 2 de mayo de 1903 y rubricada por el interesado iba acompañada de los siguientes documentos:

      * Informes favorables de su persona, emitidos por los párrocos de las Parroquias de El Burgo de Osma y Barcebalejo, Soria.

      * Certificado rubricado por D. Pedro N. Ylarregui, canónigo, en el que pone de manifiesto la ayuda prestada por el interesado en la misa solemne celebrada en la Capilla Pública de la Casa-Asilo de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados el día 28 de diciembre de 1902.

      * Un documento, fechado el 28 de Abril de1903, firmado por su Santidad el Papa León XIII en el vigésimo año de su pontificado, en el que constaba la concesión de dispensa solicitaba para ser promovido al Sagrado Orden del Presbiterado al Diácono Juan José de Pablo Romero.

El conjunto de todos estos documentos aportados fueron más que suficientes para que su solicitud fuera admitida, permitiéndole participar en el Sínodo programado para los días 22 y 23 de mayo, fecha en la que fue examinado por los M. Ilres. Sres. Deán, Chatré y D. Pedro Ylarregui, canónigo, quienes coincidieron a la hora de emitir un juicio favorable sobre su persona. Acto seguido, el 27 de mayo de 1903, inició los ejercicios espirituales, que se prolongaron durante diez días, en el Convento de los Padres Carmelitos de esta Villa, certificando su presencia y buena disposición el Prior del Convento Fray Ignacio de la Virgen del Carmen, que rubrica y firma el documento el día 5 de junio de 1903.

Sus inquietudes y aspiraciones se habían hecho realidad y con sólo veintitrés años, tal y como él deseaba , recibió el Sagrado Orden Presbiteral en las Témporas de la Santísima Trinidad de 1903.

3.  EL PRESBÍTERO D. JUAN JOSÉ ROMERO Y SU ACCIÓN

     SOCIAL.

El recién ordenado sacerdote, cuyas cualidades físicas e intelectuales le auguraban un horizonte prometedor, supo asumir con ilusión y gran dedicación las parroquias que se le asignaron, así como aplicar sus conocimientos en la promoción cultural, moral y social de sus feligreses y en la defensa y resolución de los problemas sociales implícitos en sus actividades agrícolas.

El primer pueblo en el que ejerció su ministerio sacerdotal fue Osma, localidad próxima a El Burgo de Osma, siendo  nombrado Cura Ecónomo el 26 de septiembre de1908. Permaneció en esta Parroquia cuatro años, siendo trasladado el 20 de julio de 1912 a San Esteban de Gormaz.

A partir de esta fecha experimentó gran movilidad en sus actuaciones, siendo nombrado sucesivamente Cura Ecónomo de los siguientes pueblos y parroquias:

27.05.1913  Parroquia de Santa María la Mayor, de Soria.

06.02.1915  Parroquia de Almenar, Soria.

11.07.1914  Parroquia de Fuentespina y San Marín de Rubiales.

19.11.1923  Parroquia de la Asunción de El Burgo de Osma,

                       cargo de Coadjutor, y Encargado de la Ermita de

                       San Antón, de esta localidad.

31.08.1926  Parroquia de Santa María la Mayor, de Soria, cargo

                      de Coadjutor.

30.06.1928  Alternando su cargo de Coadjutor en la Parroquia

                       anteriormente citada, el Obispado le encargó

                       interinamente el levantamiento de los cargos de la

              Capellanía de las Siervas de Jesús de esa capital,

                       limitando su actuación al cumplimiento de lo

                       consignado en el oficio, según  lo establecido y

                       ordenado.

10.07.1928  Fue nombrado Director del Colegio – Internado

                      Católico de la Sagrada Familia, de Soria.

Su permanencia en estas Parroquias, cuyos feligreses pertenecían mayoritariamente al mundo rural, así como la convivencia compartida con los mismos, le permitió explorar y conocer el contorno socioeconómico en el que se desenvolvían, marcado por grandes desigualdades, riqueza a- pobreza, y explotados en la mayoría de los casos por los intereses del capital que se acumulaba en manos de los propietarios de las tierras, mientras que los jornaleros vivían en condiciones infrahumanas, viviendas insanas, inseguridad laboral, horarios abusivos y salarios insuficientes para cubrir las necesidades elementales.

Esta situación era especialmente penosa y sangrante en el “Coto Redondo de Fuentearmegil”, en el que se hallaban incluidos los pueblos de Fuencaliente, Fuentearmegil, Zayuelas y Santervás, localidad esta última de la que procedían sus padres y en la que vivían todos sus parientes, vilmente explotados y humanamente degradados, tal y como comprobaremos al describir las actividades operadas en él en 1923.

3.1.   EL “COTO REDONDO DE FUENTEARMEGIL”: PROCEDENCIA, UBICACIÓN Y ACTIVIDADES REALIZADAS EN EL MISMO.

Desde el punto de vista histórico, la procedencia del “Coto Redondo de Fuentearmegil” se remonta al siglo XII, siendo rey de Castilla Alfonso VI, quien nombró a su sobrino D. Nuño García Garciaz o Garcés de Aza Señor y Conde de la Villa – Fortaleza de Aza y Primer Señor de Fuentearmexil y San Esteban de Gormaz. Su hijo D. Pedro Núñez Fernández se casó  con Dª. Elvira González de Lara, hija del Conde Gonzalo Nuñez de Lara, repoblador de Osma por designación y voluntad de Alfonso VI y teniente de dicha ciudad y sus aldeas. En virtud de este enlace los Señoríos de Fuentearmexil, Osma y San Esteban de Gormaz quedaron vinculados en 1159 a los linajes de Aza y Lara.

Debido al parentesco que unía estos señoríos con la nobleza Castellano – Leonesa, observamos la presencia de algunos de sus miembros en la Corte prestando sus servicios en puestos de interés y delicado tacto, tal es caso del Conde García Ordoñez de Aza, que fue ayo y preceptor de D. Sancho, infante heredero, hijo de Alfonso VI, que murió a su lado en la batalla de Uclés en 1108.

Su nieto D. García Garcés de Aza, tal y como afirma D. Rodrigo Jiménez de Rada, Obispo de Osma en su obra “Des rebus Hispaniae” tuteló y defendió a Alfonso VIII durante su niñez.

“García Garcés era hermano de madre de Manrique Nuño y Alvaro e hijo del Conde García, el que murió en la batalla de Uclés juntamente con el infante Sancho. CERDA, F. 1783. 16

             El mismo trato de distinción encontramos en las Crónicas de las Tres Ordenes de Santiago, Calatraba y Alcántara, que nos hablan de D. Rodrigo Garcés o Garciaz, descendiente del conde García Ordóñez de Aza que

                       “Fue electo (como ya se dixo) en el Real del Puerto, estando vaco el Maestrazgo por la renuncia que de él hizo el Maestre D. Ruy Diaz, en la era de 1250, que fue el año del Señor de 1212.Este caballero fue hijo de D. García Garcés de Aza, señor de Montejo y de otros pueblos de Campospìna”. RODES, F. 1980. 138.

             Por este motivo y en agradecimiento a tan nobles y leales servicios, el rey les otorgó la gracia de asentar sus linajes en la Frontera Media del Duero, ubicándose en la misma los Señoríos de Aza, Roa, Guzmán, Clunia, Caleruega, Fuentearmexil, Osma y San Esteban de Gormaz, tal y como nos muestra el árbol genealógico de los señoríos anteriormente citados.   

En 1176, siendo D. Nuño Pérez III Señor de Fuentearmexil, Dª. Urraca de Avellaneda, casada con un hijo de D. Lope Díaz de Haro, Señor de Vizcaya, (1124-1170) ascendiente directo de los Condes de Miranda y Duques de Peñaranda, fundó en 1176 el “Monasterio de Santa María del Valle de Fuencaliente” de Monjas Bernardas, haciendo uso de las rentas y donaciones obtenidas a la muerte de su esposo, destacando entre ellas las fincas ubicadas en el término municipal de Fuentearmegil, denominadas “El monte Carrascal”, y “La Dehesa de la Laguna Hermosa”, conocida en la actualidad como “La Gulinosa” que abarcaban, junto con otras propiedades,los pueblos de Fuencaliente, Rivalva, Santervás y Zayuelas.

La iglesia monacal era de estilo románico, con una capilla lateral a la altura del ábside dedicada a Santa Cecilia, con pila bautismal, motivo canónico para que el cura de Fuentearmegil, a cuya jurisdicción parroquial pertenecía Fuencaliente, reclamara ante la Audiencia Episcopal de Osma una parte proporcional a los diezmos del lugar.

Dª. Urraca desempeñó el cargo de Abadesa hasta 1211, aconteciendo durante su mandato dos hechos dignos de mencionar.

El primero relacionado con el convento de Santa María La Real de Las Huelgas (Burgos), al que pasaron a formar parte de su comunidad algunas monjas profesas de Fuencaliente.

El segundo, fechado en 1189, integraba este monasterio al de Las Huelgas a instancias del Rey Alfonso VIII, quien con permiso de la Orden, veía cumplido su propósito de constituir al monasterio burgalés en cabeza jerárquica de cuantos cistercienses de monjas existían en Castilla y León.

Estos momentos de esplendor del monasterio, se vieron eclipsados por sus escasos recursos económicos, hasta tal punto que en 1394 el Cardenal Guillermo, Legado Pontificio en España, anexionó al convento las rentas del Monasterio de Santa Tasia (Santa Teodosia) situado próximo a Santo Domingo de la Calzada, así como a sus monjas, pero esta agregación no solucionó el problema económico.

Pocos años después, se produjo un pleito entre las monjas del monasterio y el Concejo de Fuentearmegil, el cual terminó por sentencia de revista que causó la ejecutoria dictada por la Real Chancillería de Valladolid, declarando su principal cuestión a favor de los vecinos de Fuentearmegil, otorgándoles la roturación del prado de los “caballos” y el de “Guadaña”.

En 1437 la Abadesa Dª. María González de Avellaneda se vio obligada a vender en la “Merindad de Can de Nuño”  la finca de “Asturianos”, con objeto de obtener fondos para resolver la penosa situación por la que atravesaban, que se agravó el 13 de noviembre de 1543, al ratificar la Real Chancillería de Valladolid la sentencia emitida en el anterior pleito entre las monjas y el Concejo de Fuentearmegil, que, a su vez, el 28 de mayo de 1565 otorgaría la posesión de estas fincas al pueblo, a las que se añadirían las obtenidas en 1560 al demandar el Concejo de Fuentearmegil al de la Mesta de Aranda de Duero, fallándose por el Supremo Consejo a favor de los vecinos de Fuentearmegil y sus aldeas, que a partir de esta sentencia “podrían roturar por se de su pertenencia los términos baldíos dentro de su jurisdicción” . PABLO DE, J.J. 1941. 5.

En 1550 un incendio redujo a ruinas el Monasterio, siendo reconstruido a petición de su Abadesa Dª. María por el Obispo D. Pedro de Acosta, que, a su vez, lo dotó con nuevas rentas, pero su fin estaba próximo y en 1585 el Obispo de Osma D. Sebastián Pérez “atendiendo a los inconvenientes que había estando en despoblado, inclinó y redujo a las monjas a que pasasen a la Villa de Aranda”.  PORTILLO, T. 1978. 166.

Con el monasterio también desapareció el pueblo de Rivalva.

En 1725 las posesiones pertenecientes al Monasterio de Fuencaliente fueron heredadas por Dó Luis Felipe de Guevara, esposo de la Duquesa de Nájera, que fundó un mayorazgo y constituyó un censo enfitéutico a favor del Concejo de Fuentearmegil el 2 de abril de 1728.

La cuestión del “Censo enfitéutico”  fue motivo de varios pleitos, hasta que, en 1828, el entonces corregidor falló a favor de los vecinos varias pertenencias de roturos hechos en el despoblado de Rivalva, Pero, no conformes con esto el pueblo, siguió litigando con sus sucesores Sres. Condes de Treviño y Adanero.

En 1861, nueve vecinos del Concejo de Fuentearmegil otorgaron un contrato de arrendamiento con D. Valentín Rozas, apoderado del Sr. Conde de Adanero de las 5.310 obradas de tierra incluyendo en ellas la finca “Bosque de la Laguna Hermosa”.

A su muerte, acaecida en 1885, le sucedió D. José María Ulloa y Ortega, Marqués de Castro Serna, que se personó e hizo dueño de todo el “Coto Redondo” y sus agregados en fincas rústicas y urbanas, formalizando esta posesión ante el Juez de Instrucción de Burgo de Osma, el notario de la misma y el ingeniero Sr. Orehuet e inscribiéndolas posteriormente en el Registro de la Propiedad. De esta manera se hizo también dueño de las iglesias, casas y huertos parroquiales, no constando documento alguno que acreditase cesión alguna hecha por la Iglesia al citado señor.

Cada seis años se renovaban los contratos de arrendamiento firmados por el arrendatario y una comisión formada por cuatro vecinos, que, a su vez, se encargaban de subarrendar a los demás vecinos las fincas, cuyo pago pasó en escaso tiempo de 800 fanegas a 2050 fanegas anuales, la mitad de trigo y la otra mitad de centeno, a la que se le añadía la contribución total de la finca que recaía sobre ellos, ascendiendo a más de mil duros anuales. A su vez el Sr. Conde cedió a la Iglesia el uso de sus propiedades, pero el pago de la contribución también debían abonarlo los arrendatarios.

Pero el contrato incluía 30 cláusulas añadidas, que revelaban cuál era la triste situación de los vecinos. Nada en absoluto era suyo de cuanto en fincas rústicas y urbanas había en el coto, ni la casa en que vivían, ni los propios estercoleros de sus ganados. Si se mejoraban las casas o hacían nuevas, era a su cuenta, previa autorización del Sr. Conde y condicionadas a que las mismas formaban parte de su propiedad.

El pago de la renta se hacía en el lugar designado por él o su administrador, ocasionándoles verdaderos quebraderos de cabeza. Se les prohibía cazar en el “Coto” y debían servir a extraños que hacían uso del mismo a su antojo.

Además de lo indicado, entresacamos algunos apartados que por su singularidad deben ser mencionados.

Cláusula 14.  Las tierras de labor han de ser abonadas por los arrendatarios con la previa condición de que los estercoleros y basuras que se produzcan dentro del “Coto” han de invertirse necesariamente como abono del mismo, sin que puedan extraerse para ser empleadas en fincas particulares. Los infractores serán multados y no tendrán derecho a reclamar.

Cláusula 16. Se reserva el dueño del coto el derecho de señalar en los sitios que no estén destinados a cultivo, los puntos más convenientes para destinar a tallares en los que no podrán entrar ganados. A su vez los arrendatarios tendrán la obligación de sembrar la clase de semillas que el dueño designe para la repoblación del arbolado. La semilla la pagaban los arrendatarios, el fruto era propiedad del Sr. Conde.

Los tallares se usaban también en tiempo de elecciones, para controlar el voto de los arrendatarios que debía ajustarse a lo indicado por el dueño o administrador. En caso contrario se le negaría el pasto a sus ganados

Cláusula 25. 25. El Sr. Conde se reserva el derecho de consentir la construcción de palomares por parte de los arrendatarios y, en caso de autorizarlos, debían abonar por ellos una cantidad al año, tal y como lo hacían con los ya existentes.

Todas y cada una de las cláusulas manifestaban el estado de servilismo en el que se hallaban estos pueblos, cuya liberación parecía imposible debido a las deudas que contraía año tras año con el Sr. Conde difícil de subsanar. Bien sabía este señor lo que hacía y, si había alguna duda, el comienzo y el final de los contratos las disipaban por doquier, al indicar: “No podrán los arrendatarios” y concluía “El Sr. Conde puede hacer cuanto le convenga sin limitación alguna”. PABLO DE, J.J. 1941.8,9.

En 1923 la situación en que se encontraban estos colonos era angustiosa, nunca se les perdonó o rebajó el pago de la renta, ni siquiera en años de malas cosechas, no disponían de leña, ni podían tener una cabra para dar leche a los enfermos, teniendo que ir a los pueblos limítrofes para surtirse de este alimento de gran necesidad.

Bien conocía D. Juan José esta situación, pues cuando visitaba Santervás, cosa que hacía con frecuencia, escuchaba quejas, profundos suspiros y demandas urgentes de piedad y socorro y se preguntaba cómo era posible que pueblos tan luchadores aguantaran penas y amarguras sin rebelarse contra  tal explotación. Alguien debía ayudarles, pues así lo demandaban acudiendo a la Iglesia los días festivos, no quebrantando el descanso dominical, cumpliendo el precepto pascual, etc., pues en su interior sabían que sus plegarias fructificarían y Dios daría respuesta a las mismas moviendo el corazón de aquellos más próximos a El, que se identificaran con sus problemas y fueran capaces de luchar con su pluma e inteligencia ante la injusta situación en la que se hallaban sometidos.

La persona elegida fue D. Juan José. En él incidían elementos más que justificados que auguraban cambios significativos en estas gentes, pues le unían lazos de consanguinidad con los mismos, poseía experiencia en el trato humano y profundos conocimientos sobre problemas y cuestiones sociales adquiridos en la lectura de

Las Sagradas Escrituras, pues en el Antiguo Testamento los profetas denunciaban sobre todo la injusticia, las estructuras injustas de la sociedad y el abuso de los poderosos.

  Los Evangelios. Jesús “anuncia la Buena Noticia a los pobres, proclama la liberación a los cautivos, libera a los oprimidos, defiende a la persona como ser social que debe relacionarse con los demás en ase a criterios de solidaridad, justicia y caridad”. (Lc. 4,18.)

El ejemplo de los discípulos y de los primeros cristianos , que siempre ayudaban a los necesitados y daban ejemplo poniendo sus bienes en común y compartiendo todas sus cosas.

Las enseñanzas de los Teólogos y Padres de la Iglesia: San Agustín, San Jerónimo, San Basilio y San Juan Crisóstomo.

Libros pertenecientes a grandes autores, tales como: El francés Lamennais (1782 – 1854), sacerdote que fundó el periódico L’avenir, através del cual condenaba la explotación obrera y la preocupación por producir cada vez más sin tener en cuenta el reparto equitativo de las ganancias obtenidas.

El belga Bucher, que insistía en la creación de asociaciones obreras de producción, para que los obreros llegaran a ser sus propios empresarios.

El alemán Ketteler,, Obispo, que quiso organizar cooperativas de producción, en las que los obreros tuvieran parte, tanto en la propiedad como en la administración y en los beneficios. Insistió en la necesidad de reducir las horas de trabajo, aumentar el salario y prohibir el trabajo de los niños.

La Encíclica “Rerum Novarum”, cuyo estudio minucioso e interiorización de los principios y máximas expuestos en ella como:

Ratificar el derecho a la propiedad privada así como las obligaciones inherentes a la concepción de propietarios

        El Estado tiene la obligación de intervenir para asegurar los derechos públicos y privados, pero su acción debe ser subsidiaria, facilitando la intervención de personas y corporaciones para evitar el totalitarismo.

Derecho del trabajador a un salario suficiente para llevar una vida digna, denuncia a los que someten a esclavitud a la gran clase obrera, condena la lucha de clase que el socialismo eleva a motor de la historia y de la sociedad, pero reconoce a los obreros el derecho a asociarse para defender sus intereses.

incidieron decisivamente sobre él a la hora de tomar la gran decisión de defender la dignidad humana y sus derechos inalienables. Sabía que el éxito de su gestión se basaba en ver, juzgar y actuar, estudiando el problema y sus causas en profundidad, interpretando la realidad desde el punto de vista de la fe, denunciando la situación injusta en la que se hallaban estos pueblos, defendiendo sus derechos y buscando cambios efectivos que les posibiliten la libertad y el progreso.

Y así lo hizo, iniciando las gestiones pertinentes en septiembre de 1923, después de haberlas meditado detenidamente y recordado el pasaje evangélico que insinuaba que la caridad urge a veces y hemos de trabajar por la gloria de Dios sin dinero y sin alforjas.

El primer paso que dio fue reunir a los vecinos de Fuentearmegil y sus agregados Santervás y Zayuelas, así como una comisión de Fuencaliente y les propuso la compra legalizada del “Coto Redondo.” Todos quedaban atónitos y enseguida comenzaron las preguntas, cuyas respuestas le sirvieron para explicarles con claridad los pasos a seguir para lograr el objetivo marcado, siendo los mismos:

Redacción de un documento notarial en el que conste que todos los allí congregados le transfieren plenos poderes para adquirir la compra de sus tierras y casas de colonato.

Las demás gestiones, así como el capital necesario para la compra corrían a su cargo.

Como no tenían nada que perder y confiaban plenamente en su persona accedieron y firmaron, no obstante el sentir era unánime, “ni el Conde de Adanero vendería el “Coto”, ni su benefactor reuniría la cantidad necesaria para adquirirlo”.

Pero D. José poseía buenas fuentes de información, había tanteado el bolsillo de varios amigos y conectado con un sacerdote que conocía a D. Ricardo Rivas, administrador del Sr. Conde, residente en Sepúlveda (Segovia) a quien había oído comentar que su señor deseaba vender el “Coto”. Y allí se presentó, a finales de septiembre, acompañado del joven farmacéutico de El Burgo, D. Juan José Izquierdo, que hablaron con el administrador y les ratificó la posibilidad de la venta, valorando la misma en 750.000 pesetas, condicionadas a su aceptación por el Sr. Conde, que se encontraba en Biarrit, que consultado telefónicamente aceptó la proposición, ratificando la misma a través de un telegrama que al día siguiente se entregó al administrador, que decía textualmente:

“Aceptamos compra venta Coto de Fuentearmegil en SEISCIENTAS MIL PESETAS, libres de gastos para el Sr. Conde.” PABLO DE, J.J.  1941, 12

Urgía actuar con rapidez, no fuera que se produjera algún cambio inesperado, por lo que nada más llegar a Burgo de Osma y acompañado de dos vecinos del “Coto”, nos trasladamos a Ayllón (Segovia), en donde se redactó y firmó por ambas partes un escrito provisional y se entregó como señal de compra 2.000 ptas. que me habían prestado unos amigos a los que posteriormente les pediría el resto, pues la mísera condición en la que se encontraban los habitantes del “Coto” les impedía aportar cantidad alguna.

Aunque el precio del “Coto” se había estipulado en 600.000 pesetas, él era consciente que en el mismo, además de las fincas rústicas, urbanas, montes, prados y baldíos, se encontraban algunas propiedades de la Iglesia, como casas rectorales, huertos y cementerios, los cuales debían devolverse a la misma, sin que el Obispado pagara cantidad alguna por ellas. Sin la menor resistencia se llegó a un acuerdo, sustrayendo el valor de las mismas al precio total, que se estableció definitivamente en 575.000 pesetas. A su vez los vecinos se comprometieron a sufragar los gastos de reparación de los cementerios.

Poco esfuerzo le costó a D. Juan José reunir el dinero necesario para hacer efectiva la compra del “Coto”, pero el sabía que su actuación se ceñía estrictamente al campo social y su intervención económica no podía ser directa, tal y como indicaba el Código de Derecho Canónico que él bien conocía, por lo tanto, buscando una respuesta al compromiso liberador que había adquirido y convencido de que nadie puede ser liberado si no se esfuerza él mismo en conseguirlo, buscó y encontró una vez más la respuesta en las enseñanzas de León XIII , manifiestas en la Encíclica “Rerum Novarum”, que defendía “el derecho de libre asociación de los obreros, así como la elección de normas de organización que juzguen necesarias para el logro del fin deseado”.

Pues bien, Amparándose en esta idea , reunió por segunda vez a los vecinos del “Coto” y les explicó que sólo asociándose podían adquirir la propiedad de sus tierras de forma ventajosa y libres del pago de determinados impuestos, pero para ello debían organizarse y constituir un “Sindicato Católico Agrícola de Contratación y Crédito”, cuya sede se ubicaría en Fuentearmegil, al que debían pertenecer todos los allí presentes,

Su idea fue bien acogida y en días sucesivos se discutieron cuestiones de interés, que bien ordenadas y redactadas constituirían sus “Estatutos”, cuya aprobación le correspondió e hizo efectiva el Ministerio de Fomento y Hacienda, en virtud de las Reales Ordenes de 2 y 13 de noviembre y posteriormente por el Ilmo. Prelado de la Diócesis de Osma el 8 de diciembre de 1923.

El 30 de diciembre se convocó una asamblea general a la que acudieron únicamente los vecinos de Fuentearmegil, Santervás y Zayuelas, excluyéndose los de Fuencaliente que prefirieron adquirir su parte individualmente.

Ante los allí presentes se constituyó el Sindicato al que se le denominó “Sindicato Católico Agrícola de Contratación y Crédito Sagrado Corazón de Jesús” de Fuentearmegil, así como una Junta Rectora, siendo elegidos para desempeñar sus funciones los siguientes miembros.

Presidente Honorario y Fundador: D. Juan José de Pablo Romero.

Presidente efectivo: D. Jacinto Romero.

Consiliario: Sr. Cura Párroco de Fuentearmegil.

Vice-Presidente: D. Antonio Hernando.

Tesorero: D. Fermín Lagunas.

Vocales: D. Luis Lucas, D. Lucio Romero y D. Filomeno Lacal.

Secretario: D. Santiago Cabrerizo.

Vice-Secretatio D. Jonás Antón.

De entre los cargos elegidos destacamos por su importancia la figura del “Consiliario”, que además de ser elegido en asamblea, le designaba el Prelado y su intervención de forma indirecta le permitía llevar toda la entidad: Libro de socios, libro de actas, libro de contabilidad; formular balances, redactar informes y correspondencia, no obstante la firma de los mismos, tal y como marcaba el Estatuto correspondía al presidente, así como la resolución y responsabilidad de las acciones llevadas a cabo. También procurará que se cumplan los Estatutos que rigen la entidad, cuya administración deberá ser: rígida, limpia, ordenada y flexible y velará para que los socios no demoren los pagos que deben satisfacer. A su vez el trato con los asociados le permitirá conocer sus problemas de orden espiritual y temporal, permitiéndole actuar con eficacia en la resolución de los mismos, pues sobre todo ha de procurar que sean competentes, laboriosos y honrados.

El día 2 de abril de 1924 se otorgó e hizo pública la escritura de compra en presencia del Notario de El Burgo de Osma, D. José de Prada y Garrote, que procedió a la lectura de la misma, incidiendo en los siguientes apartados:

1.  Que el Sr, Conde de Adanero era dueño del Coto Redondo de Fuentearmegil, Fuencaliente, Santervás y Zayuelas, con una extensión de 5.544 hectáreas, equivalente a 8.600 fanegas en medida castellana y 24.797 en medida del país.

2.  Determinación de los límites del “Coto”. Al Norte con el término municipal de Santa María de las Hoyas; al Sur, con Berzosa; al Este, con Nafría de Ucero y al Oeste con Zayas de Báscones, Alcubilla de Avellaneda y el despoblado de Cañicera, deslindado con hitos de piedra blanca, tal y como podía observarse en el plano propiedad del Sr. Conde, realizado en 1888 por el ingeniero Sr, Crehuet y los existentes en el Juzgado, Notaría y Registro de la Propiedad de esta Villa.

3.  Consigna los poderes con los que comparecen los señores vendedores, representando al Conde de Adanero, D. Ricardo Rivas y a los compradores, el presidente del sindicato D. Jacinto Romero Romero y D. Juan José de Pablo Romero, cuyas firmas se estamparon al pie del documento.

4.  El Sr. Conde se reserva una parte del “Coto” situada al Norte, correspondiente al término de Fuencaliente, no perteneciente al sindicato. Por tal motivo aparecen dos fincas identificadas con la letras A y B. La señalada con la letra A, que es lo vendido después pro indiviso a los vecinos de Fuencaliente, posee una extensión de 1.384 hectáreas, o sea 2.149 fanegas castellanas, equivalentes a 6.189 del país. Linda al Norte con los términos municipales de Espejón y Santa María y al Sur y Oeste con el resto del “Coto” vendido al sindicato.

5.  Respecto a la finca B, define y deslinda ambas partes, con sus pertenecidos y agregados en fincas y riquezas rústicas y urbanas, que comprende lo que hay dentro de las tres mojoneras de Fuentearmegil, Santervás y Zayuelas. Tiene tierras de secano y regadío, varios huertos, montes de encinas, viñas, corrales de campo y las casas de sus vecinos. Su extensión es de 4160 hectáreas y 10 áreas, 6491 fanegas, dos celemines, 3 cuartillos y 10 celemines, 1 cuartillo y 7 estadales en medida del país. Linda al Norte con el resto segregado del “Coto”, al Sur con los términos municipales de Villálvaro y Berzosa, al Este con Nafría de Ucero y Santa María de las Hoyas, y al Oeste con el de Alcubilla de Avellaneda. Deslinda a continuación los límites de cada pueblo incluido en esta parte y tasa el precio de compra de la misma en 372.382 pesetas, que deben pagar los miembros del Sindicato a través de sus representantes.

6.  Formaliza la venta de la finca B con los representantes del Sindicato que harán efectivo el pago de la misma de forma fraccionada, efectuando la primera entrega tasada en 256.382 pesetas el día de la firma del contrato y el resto 116.000 ptas. el día 1 de octubre del mismo año. De esta forma quedaría cancelada la cuenta, según carta de pago Nª 26, Folio 156 del Tomo 1º   Archivo, Libro Primero, Finca 31, comprometiéndose el Conde a la evicción y saneamiento.

Esta escritura pública que constaba de 10 pliegos de 6ª clase y su copia de 15 d 4ª (una de las muchas ventajas derivadas de su pertenencia al Sindicato), una vez firmada por ambas partes, se presentó en el Registro de la Propiedad el día 18 de abril de 1942, consignándosele el Nº 29 del Diario. Se la declaró exenta del pago de impuestos por el importe pagado, en virtud del Artlo. 6º del reglamento de los Sindicatos Católicos Agrícolas, incluyendo además una carta de pago a favor del Sindicato, Nº 610 por la inscripción de la finca en el citado Registro, Folio 156 del Tomo 7 del Archivo, primero de Fuentearmegil, Finca 32, inscripción primera, fechada en 25 de mayo de 1942.

Estos beneficios no los disfrutaron los vecinos de Fuencaliente cuya compra pro indiviso siempre tropezó con la gran dificultad de los derechos de mancomunidades hasta que cada vecino logró su escritura parcial de compra.

El siguiente paso que dio el Sindicato fue crucial para todos y cada uno de sus miembros, consistente en “La parcelación del Coto” y adjudicación a cada uno de la tierra que trabajaba y la vivienda que habitaba, cuyo pago efectuaría cuando pudieran, sin fecha límite, siendo el importe de casa y corral de 26 ptas. y en esta proporción la adquisición de las demás propiedades.

De esta forma el “Coto” quedó dividido en 21.107 fincas rústicas y 553 urbanas cuyo pago ascendió a372.372 ptas. repartidas de la siguiente forma.

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LOCALIDADES  FINCAS RUSTICAS   FINCAS URBANAS   PESETAS

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FUENTEARMEGIL       9.690                   247     155.483

SANTERVAS       4.174                  116        83.216

ZAYUELAS          7.243                   190       133.683

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    TOTAL           21.107                   553      372.382

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Terreno adquirido por los vecinos de cada localidad en

MEDIDA CASTELLANA

FUENTEARMEGIL  1.713 Hras.   4  a. = 2.660  Faneg. 2  Cel.  8  Estadales

SANTERVAS     4.906    “      10  a  = 1.707       “       8    “     1  Cuartillo

ZAYUELAS     7.243    “       62  a  =  2.097     “        4   “      2    “   2 Estadales

MEDIDA DEL PAIS

FUENTEARMEGIL   7.661  Fanegas  3  Celemines  3  Cuartillos   2  Estadales

SANTERVAS   4.906“7          “  1        “ 3“

ZAYUELAS      6.040“5 “  1        “ 2“

    La parcelación fue un éxito, así como los beneficios obtenidos por los nuevos propietarios, que devolvieron sus préstamos mucho antes de lo previsto, pues sólo de la finca “La Gulinosa” recogieron los vecinos de Fuentearmegil más de dos mil fanegas de trigo, y, a nivel individual, colonos que recolectaban 14 fanegas, una vez dueños de sus tierras aumentaron su cosecha hasta 60 fanegas.

Por primera vez fueron conscientes de que el valor de las tierras adquiridas era menor de lo que pagaban por su alquiler, siendo su precio medio de “dieciséis pesetas” que pronto podrían subsanar en virtud de los beneficios obtenidos.

Ante esta circunstancia los pueblos citados organizaron la amortización conjunta en cada uno de ellos y el Sindicato cumplió con el compromiso de pago adquirido, mediante el cual cada socio obtuvo la escritura pública de sus propiedades, quedándole por satisfacer el pago de los derechos contraídos con la Hacienda Pública y sus inscripción en el Registro de la Propiedad, que los efectuarían a través del Sindicato. Este consiguió reducir el 4 % del pago total, ahorrando a sus socios más de quince mil pesetas. También se liberaron de pagar los derechos exigidos por el Registrador al considerar al Sindicato ente jurídico propietario de la finca, pues este supo demostrar, mediante recurso interpuesto ante el Tribunal Contencioso Administrativo, que la finca no era de su propiedad, sino de sus socios en virtud de la parcelación efectuada.

Resueltos estos pequeños problemas y algunos malentendidos con los vecinos de Fuencaliente, todo había concluido tal y como se había proyectado: la compra y la parcelación del “Coto” y la aplicación directa y efectiva de la doctrina social de la Iglesia y las enseñanzas del gran Papa que fue León XIII.

Su satisfacción era inmensa, pero él debía continuar su labor allí donde le ordenaran y así lo hacía ejerciendo en esta época su ministerio como Coadjutor de la Parroquia de la Asunción de El Burgo de Osma. No Obstante siempre siguió de cerca el desarrollo y progreso de estos pueblos y en particular de Santervás, localidad en la que simultáneamente se produjeron dos acontecimientos nefastos que enturbiaron su felicidad.

3.2.  SANEAMIENTO Y POTABILIZACIÓN DE LAS AGUAS DE SANTERVÁS.

Cada verano, y en particular el de 1924, se declaró en esta localidad una epidemia de fiebres tifoideas que segó la vida de varios niños y adultos, algunos de ellos socios del Sindicato. Ante esta catástrofe, se vio una vez más obligado a intervenir y, amparándose en sus conocimientos y en la sospecha de que la causa de estas enfermedades podía estar en el agua que bebían procedente de varios manantiales, mandó analizarla enviando una muestra al Laboratorio Municipal de Soria. El resultado del examen le dio la razón, confirmando que en ellas estaba el foco infeccioso causante de la enfermedad.  Poco se podía hacer, pero una vez más, apoyándose en los conocimientos hidráulicos de varios ingenieros y amigos suyos y siguiendo paso a paso sus indicaciones, inmunizó el manantial y subió el líquido a la altura de un metro cúbico sobre la superficie del terreno, después construyó una arqueta y colocó los caños al nivel y altura recomendado, desde entonces quedó erradicada esta terrible enfermedad.

3.3 UNA ESCUELA NUEVA PARA SANTERVÁS.

La cuestión docente en la escuela de Santervás le preocupaba profundamente a D. Juan José. El amante de los niños sabía que su asistencia a las aulas entrañaba un grave peligro para ellos, pues su maestro D. Primo Rodrigo padecía tuberculosis en grado máximo y era imposible sustituirle.

Pero circunstancias ajenas a su voluntad, les facilitaron la solución del problema. Sin saber cómo se quemó la escuela y era preciso reconstruirla o hacer una nueva, ambos casos difíciles de realizar debido a la falta de recursos económicos con los que contaba el pueblo. Una vez más intervino él en la resolución del problema para lo cual viajó a Madrid y fue recibido por el Director General de Primera Enseñanza, que , enterado del asunto y tras comprobar la veracidad de los hechos, redactó el expediente oportuno y concedió al pueblo el dinero necesario para edificar una escuela de nueva planta, se le asignó el material necesario, así como la presencia de un joven maestro en sustitución del anterior.

El agradecimiento del pueblo fue inmenso. Sin embargo él sabía con claridad que “seguiría haciendo el bien y obrando caritativamente, pues todo lo empezaba por Dios y no duraría en hacer el bien hasta ver a Dios”. PABLO DE, 1941. 22.

  4.  EL PUBLICISTA D. JUAN JOSÉ DE PABLO ROMERO Y SU

  ACCIÓN PEDAGÓGICA.

En 1926 fue trasladado a Soria, lo que le obligó a alejarse de los pueblos del “Coto”, pero no le importaba, ellos ya no le necesitaban, así que se buscó nuevas ocupaciones que supo alternar con las funciones eclesiásticas, que le permitieron desarrollar una de sus grandes aficiones, escribir y reflexionar sobre temas transcendentales relacionados con Dios, la Eucaristía, la Inmaculada concepción, etc. Fruto de estas meditaciones fue la publicación de varios libros de carácter religioso y didáctico o la adaptación y juicio crítico de obras ya editadas, como “La Ilustración del Clero”. En todas ellas expone los temas citados con exquisita sensibilidad y solidez, resultando de gran utilidad para el clero en general y el parroquial en particular.

Su primera obra titulada “Meditaciones Eucarísticas”, se publicó en 1928, siendo Director del Colegio – Internado Católico de la Sagrada Familia, de Soria. Constaba de tres tomos y su precio era de quince pesetas. Iba dirigida a los sacerdotes marcándoles los pasos a seguir en el diálogo permanente con Jesús Sacramentado, camino y vida a seguir en su perfección espiritual. Contiene doscientas meditaciones sobre temas de la vida espiritual y sacerdotal, conforme al método ignaciano de las tres vías. También destacan los breves pero jugosos coloquios con la Virgen, que le imprimen un sello marcadamente afectivo y práctico.

Esta obra fue muy bien acogida por el episcopado español y se agotó a los dos meses de su primera publicación.

A partir de este libro surgieron otros, siendo el periodo de mayor producción el comprendido entre 1937 – 1940, en el que se publicaron los siguientes:

“Audiencia entre Jesús Sacramentado y sus ministros”.

“Mi Amado para mí”. Meditación eucarística para religiosos.

“Eucaristía, pureza y amor”. Libro de piedad dirigido a señoritas.

“Ejercicios Eucarísticos Espirituales”.

“Devocionario Eucarístico”. “Soy de Dios.

“Rayos Eucarísticos”.

“Kempis Eucarístico”, dirigido a los amantes de la Sagrada

      Eucaristía y deseosos de perfección.

Esta obra se presentó el 14 de febrero de 1942 en la exposición “Bibliografía del Kempis”, celebrada en Barcelona, en la que concurrieron ejemplares de España, Bélgica, Francia, Alemania y otros piases. El perteneciente a D. Juan José fue muy elogiado por el Director de la Biblioteca Central y el del Instituto Técnico de Bibliotecas Populares de la Excma. Diputación Provincial de Barcelona, que puso de relieve el rasgo patriótico del autor. También la prensa se pronunció a su favor, en particular “El Correo Catalán” al comentar que “era la que más destacaba de las allí expuestas”.

Junto a estos libros eminentemente religiosos escribió otros de gran interés didáctico, dirigidos a maestros y enseñantes, destacando entre ellos:

“Teología, Ascética y Mística”, obra que, por su gran valor teológico y didáctico, aprobó el Ministerio de Educación Nacional como libro oficial de texto y uso instructivo en Centros Universitarios, Seminarios, Institutos, etc. Nos consta que se utilizó en el Seminario Metropolitano o Universidad Pontificia de Santiago de Compostela y en centros de estudios pertenecientes a varias comunidades religiosas, Conocedor de la misma el Papa Pío XII, envió su bendición apostólica al autor a través de una emotiva y afectuosa carta.

“Valores del Clero Diocesano”. Obra ascética de gran valor, considerada por el crítico  del diario “Siglo Futuro” una de las mejores producciones de su género, así como por varios cardenales y obispos de España y el extranjero, en particular por el Cardenal Gomá”.

“La escuela para Dios y para España”, Conjunto de lecturas dirigidas a escolares de Enseñanza Primaria, cuyo contenido ensalza los valores religiosos y patrióticos de nuestro país. Su publicación coincidió con la promulgación de la circular emitida por la Junta de Defensa Nacional, orden 166, en virtud de la cual se establecía la enseñanza religiosa en las Escuelas Nacionales.

Con estas lecturas pretendía el autor, formar niños cristianos con ideas claras y asunción de normas concretas basadas en el amor y confraternidad social.

Esta obra alcanzó gran difusión entre los docentes y fue solicitada al autor por varios soldados que prestaban sus servicios en el “Frente de Teruel”, tal y como consta en la carta enviada por Manuel Cubelles Bon, en representación de sus compañeros a través de la Estafeta de Correos Nº 15 de Teruel, fechada el 15.04.1938, en la que manifestaba que la lectura de esta obra “les haría más llevaderas las horas de su vida y al mismo tiempo contribuirían al engrandecimiento de España y su cultura”. SEMINARIO CATOLICO H. Y P. 15.04.1938.

“Mes de Mayo para las Escuelas”. “El Divino Maestro y su Evangelio en la Escuela”. Estas dos obras se aprobaron como libros de texto para las Escuelas de Primera Enseñanza a propuesta del Arzobispo de Zaragoza y fueron recomendadas a los maestros por el Jefe del Servicio Nacional de Primera Enseñanza. Su venta, que se hacía a través de la Imprenta Jimenez de Burgo de Osma, Bayo de Aranda de Duero, Habilitación de Magisterio y Librería Pedagógica de Soria, reeditándose varias veces y formaron parte de las bibliotecas parroquiales de muchas diócesis.

A finales de 1940, la Congregación de Misioneros del Inmaculado Corazón de María, con la intervención del P. Administrador de la revista eclesiástica “Ilustración del Clero” y editorial “Conclusa”, ubicada en Madrid, adquirió los derechos de venta y propiedad de todas sus obras, que fueron calificadas por la revista “Siglo Futuro” como una de las mejores producciones ascéticas españolas contemporáneas. que obtuvieron sucesivas veces la bendición de su Santidad y los elogios de numerosos Obispos y Cardenales de España y del extranjero.

5.  HOMENAJES DE GRATITUD A UNA LABOR BIEN HECHA. CONCESIONES DE LA CRUZ DE BENEFICENCIA Y LA CRUZ DE LA REAL ORDEN DE ISABEL LA CATÓLICA.

En 1941, transcurridos 17 años de la venta del “Coto”, cuyos vecinos habían comprobado la transformación económica y social de su entorno y su propio bienestar personal, solicitaron al Estado Español, acompañando un expediente detallado de la labor realizada por D. Juan José, una recompensa honorífica, que se hizo efectiva mediante la concesión por el citado organismo de la “CRUZ DE BENEFICENCIA”, cuya notificación oficial se llevó a cabo a través del Ilmo. Ayuntamiento de El Burgo de Osma en el mes de julio de 1941.

Ante tan grata noticia, el Alcalde D.Ciriaco de la Rica reunió a la Corporación Municipal para decidir entre todos cuándo y cómo se le impondrían las insignias, así como su adquisición y pago de las mismas. Después de un amplio debate decidieron por unanimidad:

. Que el Sr. Alcalde le impondría las insignias y sería, a la vez, padrino en el acto público programado para tal fin.

. Que la adquisición de insignias y el pago de las mismas correría a cargo de esa Corporación.

. Que en la casa donde nació se pusiera una placa  en mármol blanco, para que las personas que la leyeran recordaran al buen benefactor y siguieran su ejemplo..

. Que la Calle del Seminario, en la que había nacido adoptaría a partir de ese momento el nombre del homenajeado.

Y así se hizo, acudiendo a la ceremonia los vecinos del “Coto Redondo de Fuentearmegil”, que no pararon de vitorear a D. Juan José, el Gobernador Civil de la Provincia, otras autoridades, familiares y amigos. Durante el acto se alabó y valoró la labor social realizada por el homenajeado y su amor al prójimo al que nunca exigió nada.

Ante este sincero reconocimiento D. Juan José agradeció a los presentes el día tan feliz que le habían brindado, extendiendo su gratitud al Gobierno del Generalísimo Franco, al Excmo. Sr. Ministro de la Gobernación, al Gobernador Civil y al Sr. Fiscal encargado de tramitar el expediente de juicio contradictorio, de acuerdo con las disposiciones de diciembre de 1853, 1857 y julio de 1910, concluyendo con estas palabras: “Sea todo por la mayor gloria de Dios, el bien espiritual y material de los nuevos propietarios y el enaltecimiento de España y su legítimo gobierno”. PABLO DE, J.J. 1941.24.

Quizás por el hecho de recordar durante la imposición de la “Cruz de Beneficencia” a su padre D. Julián de Pablo Rodrigo, secretario durante 34 años de El Burgo y sus pedanías, el pueblo de Valdelubiel decidió colocar en la plaza mayor una placa en su memoria, como agradecimiento a los beneficios recibidos por su persona, especialmente la construcción de la fuente pública, con lo que se evitó la frecuente mortandad de personas y animales debido a su escasa potabilidad y la construcción de la “escuela pública” y casa del maestro.

El acto se celebró el día 23 de febrero de 1942, consistente en:

Celebración de una misa solemne, “Misa de Perosi”, cantada por la Capilla de la Santa Iglesia Catedral y oficiada por varios sacerdotes, incluido su hijo D, Juan José. Seguidamente, colocación de la placa por el alcalde D. Galo Cecilia Romero en presencia de vecinos y asistentes destacando entre ellos el Excmo. Sr. Ministro de la Gobernación, Sr. Gobernador Civil de la Provincia, Sr. Secretario de la Excma. Diputación de Soria y la Junta Directiva del Colegio Provincial de Secretarios.

A todos le agradeció en nombre de su padre este gesto tan emotivo, llegando con sus palabras al corazón de aquellas gentes que le aplaudieron vivamente.

Estos actos, tan emotivos y entrañables, le colmaron de satisfacción, pero pronto la alegría se eclipsó, pues desde hacía algún tiempo venía observando que su vista se deterioraba y, aunque sus ideas eran fecundas, no podrá plasmarlas sobre el papel, embargándole una  tristeza profunda que sólo se apaciguaba en los largos momentos de meditación que pasaba en el oratorio de su casa. Por tal motivo acude al Dr. Alvarado, Oftalmólogo de Valladolid, que le opera de la vista con urgencia, no lográndose el éxito deseado, por lo que su vista se fue degradando progresivamente hasta su pérdida total en 1945.

Esta contrariedad no le impidió imprimir algunos de sus pensamientos y meditaciones, pues con la ayuda de personas allegadas y la compra de una máquina de escribir supo resolver airosamente su dificultad. No obstante cuando las tinieblas embargaban su espíritu, recibió un mensaje esperanzador, procedente de la Jefatura del Estado, fechado el 1 de junio de 1946. Se le concedía la “Cruz de la Real Orden de Isabel la Católica” con grado de Comendador, por su amplia producción y publicación de obras didácticas, cuyas enseñanzas revierten hoy en día en la formación de jóvenes, siendo bien acogidas por maestros y profesores y recomendadas por el Excmo. Sr. Nuncio de su Santidad, autoridades eclesiásticas, revistas y boletines del Obispado que las han dado publicidad dentro y fuera de nuestro país.

Enterados de la noticia, autoridades eclesiásticas y civiles, así como amigos y compañeros decidieron formar una comisión con objeto de brindarle un homenaje público. Esta comisión la formaron los presbíteros D. Bartolomé Marina, D. Vicente Nuñez Marqués, Fray Angel de la Virgen, prior del Convento de P.P. Carmelitas, D. Mariano San Juan profesor del Seminario Diocesano y D. Jacinto Jimeno director del Diario “Hogar y Pueblo”, que tras consultar a varios sacerdotes decidieron brindar un homenaje al “Apóstol de la pluma, cantor de la Eucaristía y celoso cura de almas en varias parroquias de la Diócesis”, (JIMENO, J. 1943. 3) en el que se le impondrían las insignias y se le entregarían obsequios relacionados con el ministerio sacerdotal y su afición publicista. Con objeto de dar publicidad al mismo se enviaron cartas a todos los sacerdotes de la Diócesis indicándoles la fecha del evento y la apertura de una cuestación popular para subsanar los gastos y pago de los objetos comprados. Fueron muchos los simpatizantes que contribuyeron con su donativo, encabezando la misma el Excmo. Sr. D. Juan Yagüe Blanco.

El día señalado fue el 10 de junio, en el que se sucedieron los siguientes actos:

Por la mañana.  Misa Solemne de acción de gracias en la Iglesia de los P.P. Carmelitas a las 11´30 a. m.

Por la tarde.  A las 17 horas, en el atrio del Convento, en el que habían levantado varias tribunas, se procedió al acto de homenaje e imposición de las insignias ante la presencia de numerosas autoridades eclesiásticas y civiles, buen número de presbíteros, amigos y vecinos de El Burgo y sus alrededores.

Abrió el acto el Rvdo. P. Cecilio de la Virgen del Carmen, dando lectura al documento oficial y título que se concede al distinguido y apreciado presbítero y publicista. Seguidamente el M. Y. Sr. D. Bartolomé Marina, después de remarcar las cualidades y virtudes del Sr. de Pablo, le hizo entrega de un valioso cáliz, obsequio de los feligreses de las parroquias en las que ejerció su ministerio y una “Pluma de Honor”,· adquirida con la aportación voluntaria de sacerdotes y amigos, que desearon honrar al publicista que “con la pluma ha llevado auras de la Religión y de la Patria más allá de las fronteras españolas”. JIMENO, J. 1946.2.

Seguidamente un coro de niños entonaron cantos calenstécnicos a la vez que el padrino del homenajeado D. Teodoro de Benito, Gestor de la Diputación de San Sebastian, entregaba la Cruz de la Real Orden de Isabel la Católica al Excmo. Sr. Gobernador D. Luis Posadas, quien procedió a la imposición de la misma, pronunciando a continuación unas palabras de congratulación para este ilustre hijo de El Burgo de Osma.

Respondió a los mismos D. Juan José de Pablo con voz entrecortada y muy emocionado, agradeciendo de corazón el homenaje y distinción que se le brindaba, que “ponía ante el trono de Dios y de la Virgen del Carmen”. PABLO DE, J. 1946, 3.

También expresó su lealtad a la Religión y a la Patria y rogó a las autoridades provinciales que hicieran lo posible para dotar a este municipio de agua potable.

Concluyó el acto con el canto de la “salve” a los pies de la Virgen del Carmen, de la que era un ferviente devoto y un pequeño refrigerio en el claustro del convento.

Fueron muchas las cartas y telegramas de felicitación que recibió el prelado publicista, destacando entre ellas la de S.E. el Jefe del Estado y Generalísimo de los Ejércitos D. Francisco Franco Bahamonde y los Excmos. Sres. Nuncio de su Santidad, Arzobispo de Burgo, Obispo de Osma, Vitoria, Segovia, etc.

Qué amalgama de sensaciones debió percibir y experimentar el día del homenaje y los siguientes, `por un lado honda satisfacción, por otro, impotencia motivada por su falta de percepción. Sin embargo su semblante irradiaba paz y pocas veces se enfadaba, manifiestan los muchachos, algunos de ellos hoy sacerdotes que le ayudaban en la misa que diariamente celebraba en el oratorio de su casa..

6. UN LUGAR DE DESCANSO ENTRE LOS SUYOS Y CON SU AMADO

Tantas emociones y el paso del tiempo incidieron negativamente sobre su salud de por sí debilitada que se agravó en marzo de 1947. Sin embargo su hora no había llegado. Pasarían cinco largos años hasta el encuentro “con su Amado”, tiempo que dedicó a santificar su alma y ordenar su última voluntad que dejó cuidadosamente plasmada en su testamento en el que una vez más se desprendía de todo para favorecer a los demás.

Y así lo hizo, no sin antes explicar a sus parientes lo que había decidido con objeto de evitar discordias entre ellos, por tal motivo los mandó llamar y les puso al corriente de su última voluntad consistente en

. La casa ubicada en la Calle Mayor de El Burgo de Osma, así como el alquiler obtenido por su ocupación se lo dejaba de por vida a las primas que vivían con él, le cuidaban y ayudaban, pasando su propiedad a su muerte al Asilo de las Hermanitas de Ancianos Desamparados, a las que también favorecía con las fincas rústicas ubicadas en Santervás.

. A los parientes de Santervás, les dejaba el dinero necesario para cubrir los gastos de sus exequias y misas correspondientes, ninguna propiedad, pues ya les había favorecido suficientemente con la compra y parcelación del “Coto Redondo”.

Todavía le quedaban algunas propiedades y dinero en efectivo cuya finalidad no quiso explicar en ese momento, ya que pensaba invertirlo en el logro de un anhelado deseo relacionado con la ferviente devoción a la Virgen del Carmen arraigada en él desde la niñez. Quería estar siempre cerca de ella, por lo que pensó que sus restos mortales podían reposar a sus pies y cerca de Jesús Sacramentado en la Iglesia Convento de los P.P. Carmelitas.

Con objeto de hacer posible su deseo y consciente de las dificultades que entrañaba y permisos que debía obtener, procedió a la tramitación de los mismos y notificación a los P.P. Carmelitas Teódulo Velasco, Prior del Convento y Pelayo de Santa Eulalia en presencia del M.I. Presbítero D. Bartolomé Marina su deseo, así como la cesión al convento e institución carmelitana de los bienes y propiedades que le quedaban con objeto de que se lo notificaran a sus superiores. La idea fue bien acogida y parecía viable, pero el hecho de que en el convento no se habían producido enterramientos desde finales del siglo XIX, la demora de los permisos y su muerte acaecida el día 16 de julio de 1952, festividad de la Virgen del Carmen, impidieron que su deseo se hiciera realidad, siendo sepultado en el cementerio de El Burgo, sepultura Nº 333 de 2ª clase, tal como consta en el Libro de Registro de Defunciones de esta Villa.

Pero su sitio tampoco estaba allí, él debía descansar entre los suyos, los que le querían, respetaban y nunca olvidarían el cambio experimentado en sus vidas gracias a su magnífica gestión, Le querían en “Santervás y así fue, tal y como consta en el Libro IV de Defunciones de la Parroquia de San Gervasio Mártir, de esa localidad, en la página 92 Vº, en la que aparece la siguiente inscripción:

“En el día diecisiete de mayo del año de mil novecientos sesenta y tres, fueron trasladados desde el cementerio de El Burgo de Osma (Soria), previa licencia de la autoridad eclesiástica, al cementerio de Santervás, los restos cadavéricos de D. Juan José de Pablo Romero, para ser inhumados en dicho cementerio católico. MARTINEZ, V.J. 1963. 92.

Allí los vecinos construyeron para él una estancia que alberga una capilla con altar en la que reposan sus restos mortales, hoy algo deteriorada por el tiempo. Allí se acercan con frecuencia sus vecinos a visitarle, pues aunque han transcurrido 49 años de su muerte, su recuerdo sigue vivo y su persona representada en un cuadro ocupa un lugar de honor en el salón de plenos del Ayuntamiento de su querido pueblo de “Santervás”.

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