Imperturbable al paso del tiempo, un año más se ha celebrado El Día de La Caridad, una costumbre milenaria que hunde sus raíces en orígenes inmemoriales, a pesar de los pocos vecinos que siguen viviendo en el pueblo, que mantienen viva la piadosa buena costumbre de repartir Pan y Vino bendecido a todos los residentes y visitantes.
^p
Comenzó el día con una Misa, y al finalizar, siguiendo el rito consagrado con los años, se realiza la bendición de una hogaza de pan y una jarra de vino. Después se hizo una visita al Cementerio para rezar un responso por los fallecidos en este año y por todos los difuntos del pueblo y sus familias. Una vez terminados los actos religiosos, los vecinos fueron a la Casa del Pueblo a partir las hogazas de pan en cuatro partes iguales. La bendecida se corta también y se mezcla con los trozos ya partidos. La jarra de vino se echa en las garrafas. Así queda todo bendecido. ^p
A la hora del mediodía los vecinos cada uno lleva su vianda para comer en el piso primero, que es el salón de juntas.
Cada año fallan mas vecinos, pero los que viven en el pueblo mantienen la costumbre. Este año sólo asistieron tres o cuatro.
^p
A las cuatro y media de la tarde, con el toque de Corneta, se llama para que vengan todos a recoger la Caridad, y todos se acercan alrededor de la Plaza donde recibieron de manos de Santiago Cabrerizo el trozo de pan. Los mayores en señal de respeto, al recibirlo lo besan. Esa era la costumbre de antes. Los jóvenes no sé si mantendrán este gesto.
El encargado de repartir un vaso de vino fue Julián Rodrigo. Las Señoras llevan sus jarras o botellas para recogerlo, y llevan Nueces y cacahuetes que se reparten entre unos y otros.
Una hora después es costumbre rezar por los fallecidos durante el año. Esta vez se desconocía la persona que rezaría, porque el que siempre lo rezaba estaba ausente por motivos de salud y de edad. Por fin, fue Mariano Carro el que le sustituyó. Antes de rezar se dirigió a los asistentes con unas palabras de agradecimiento y recuerdo a Felipe Carro Berzosa, ya que era el que rezaba, pues la mayor parte de su vida fue sacristán, deseando que la próxima vez esté con nosotros. Este año se encuentra con su señora en casa de su hija Consuelo en tierras valencianas. Mariano pidió un aplauso como homenaje de agradecimiento y cariño que se le tiene. Después recordó a Gervasio Carro Carro, Teodoro Cabrerizo Lagunas, Timotea Aguilera Almazán y María Romero Antón, fallecidos en este año. Se rezó por ellos, por todos los difuntos del pueblo y por los fundadores de La Caridad.
Desde estas páginas deseamos que esta fiesta inmemorial se siga celebrando durante muchos años, por los siglos de los siglos, del mismo modo que se ha venido conservando hasta nuestros días desde que en el origen de los tiempos la comunidad de vecinos de Santervás la viene celebrando coincidiendo con la fiesta de Todos los Santos como muestra de generosidad y grandeza de sus gentes.