Las cabañuelas

La riqueza del campo depende mucho de que llueva cuando tiene que llover o que aguante sin hacerlo en la época que perjudica que lo haga, así que no nos puede extrañar que los labradores y los pastores se hayan interesado siempre por adivinar el tiempo que va a hacer, y que entre ellos haya habido tantos entendidos en la predicción del tiempo.

Tradicionalmente se decía que los últimos días de cada año y los primeros del siguiente, podía presagiarse lo que iba a hacer en el mes al que correspondía, lo que se conocía con la palabra «cabañuelas», que el diccionario define como el cálculo para pronosticar el tiempo observando las variaciones atmosféricas de ciertos días del año.

En el último medio siglo esta costumbre ha ido cayendo en el desuso y el olvido, pero todavía quedan algunas personas, muy pocas lamentablemente, que poseen este don o conocieron a otros que lo poseyeron. Las cabañuelas son diferentes en cada localidad o cada comarca, puesto que el régimen de aguas, entre otros factores depende de la proximidad de ríos, las altitudes del terreno y otros elementos geográficos que pueden variar incluso entre lugares cercanos.

Por Santa Lucía menguan las noches y medran los días. El refranero popular se ha amasado a lo largo de los siglos basándose en la observancia de la naturaleza, y parte de esta sabiduría milenaria se ve reflejada también en la fijación de las cabañuelas, que llevaron a saber a nuestros antepasados que a partir del trece de diciembre acababa un ciclo para dar paso a otro nuevo.

El calendario anual de las cabañuelas empieza, pues, a partir del día 13 de diciembre, asegurando la tradición que si está nublado, llueve, hace viento o sol, un tiempo semejante hará a lo largo del mes de enero del año siguiente, y así, siguiendo el orden de los días y los meses, correspondiendo el 14 de diciembre al mes de febrero, el 15 a marzo, y de ese modo hasta llegar al día 24 de diciembre, que corresponde al mismo del siguiente año.

A partir del día siguiente las cabañuelas daban la vuelta y el orden era inverso, empezando el día 25 de diciembre que correspondía al mismo mes del otro año, y terminaban el día 5 de enero, que pertenecía al tiempo que iba a hacer durante ese mismo mes de enero.

Las primeras se llamaban Cabañuelas a Derechas y las segundas Arreculas, y durante siglos han servido para predecir el tiempo en nuestros pueblos. No podemos asegurar que se tratase de una ciencia exacta y que se cumpliese el pronóstico siempre, pero teniendo en cuenta que estamos hablando de predicciones meteorológicas podemos concederles un buen grado de credibilidad. Sobre todo juzgando el porcentaje de errores y aciertos de los métodos científicos modernos que podemos comprobar habitualmente.

Mi abuelo todos los días, antes de irse a la cama, buscaba un sitio despejado y miraba al cielo. Se fijaba en las nubes, la luna, la dirección del aire:

-Abuelo, mañana va a llover?

-¿Pues no ves aquel ramal de agua que viene a dar en par de aquel alto? a ti qué te parece que quiere decirnos?

Nada. A mí aquello no me parecía que quisiera decirnos nada. Sólo que él poseía una sabiduría que ninguno de nosotros tenía. Que se estaba definitivamente perdiendo.

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