Recordando Zayuelas

Zayuelas es un pueblo pequeño, cada vez más. Sus habitantes viven básicamente de la agricultura y la ganadería. Últimamente ha pasado de ser una agricultura y ganadería tradicional y prácticamente de subsistencia a una extensiva y bastante mecanizada. Este es un factor que ha influido grandemente en la vida del pueblo. Antes todas las labores se tenían que hacer manualmente y ayudados de animales , factor que hacía que pasasen mucho tiempo y fatigas para poder hacer los trabajos. Eran unas personas que prácticamente vivían apegados a la tierra, unos siervos de la gleba del siglo XX. Sus habitantes recuerdan, casi con extrañeza, cómo hacían los trabajos antes y comentan como se hacen ahora.

En la ganadería pasa algo parecido, han ido desapareciendo las pequeñas explotaciones familiares para quedar una gran explotación de ganado ovino y medianas de porcino, Todo y que en este apartado todavía la mayoría de las casas tienen aquella de auto abastecimiento (unos pollos, gallinas y conejos….)

Muchos de sus habitantes emigraron en los años 60 – 70 y ahora algunas de estas personas y sus descendientes vienen al pueblo en periodos vacacionales.

La población que queda es cada vez menor ya que sus habitantes son mayoritariamente jubilados y desgraciadamente hay bastantes muertes. Los jóvenes que se casan van a vivir a pueblos cercanos más grandes , San Esteban y Burgo de Osma ..

Como ya he indicado anteriormente en periodos de vacaciones la mayoría de personas descendientes del pueblo vuelven a él, a disfrutar de esa vida que en muchos aspectos se añora y que en las ciudades no se puede vivir. Ir trabajando, haciendo cosas sin estar tan pendiente del reloj, de los horarios, poder ir a algún lugar pero cuando te encuentras con alguna persona hablar, preguntar por su vida , hacer algún comentario, en una palabra relacionarnos con nuestros convecinos.

También es, durante el verano, el pueblo el lugar de encuentro de todas aquellas personas que por diferentes motivos han ido marchando , a diferentes puntos de la geografía, todos nos volvemos a ver y podemos explicar como ha transcurrido el último periodo de nuestras vidas.

Los habitantes que viven todo el año van realizando su trabajo pero ellos si que siguen relacionándose con el resto de sus vecinos. Una persona del pueblo va a trabajar y es raro que no intercambie algunas palabras con quien se encuentra, El trabajo lo hacen y bien pero la relación entre la gente también hay que cuidarla y hacerla bien.

Zayuelas es un pueblo sencillo, lo tienes visto en poco tiempo un par de planos en una cámara fotográfica podrían describir su paisaje pero es maravilloso percibir en este entorno ,donde la naturaleza se deja ver en plena libertad, los cambios de luz y color que nos brindan las estaciones con su cambio climático.

Los paseos en otoño nos ofrecen unas viñas verdes con pintas moradas y llegando octubre la presencia de hombres y mujeres en esos terrenos recogiendo su esfuerzo ofrece una belleza casi espiritual.

En invierno los campos recién sembrados nos muestran una imagen más árida ,predomina el color de esa tierra dura y fría ,las bajas temperaturas ,los hielos y la nieve se apoderan del pueblo y ponen a prueba la fortaleza de esos árboles, plantas, animales y personas que resisten con gozo el aislamiento al que obliga los meses fríos.

Y por fin llega la primavera, con su pincel cargado de verde ,los campos con los trigos altos iluminan un paisaje que, unido a una temperatura muy agradable, nos invita a pasear por caminos que unen parcelas y recorren toda la extensión del pueblo conduciéndonos y mostrándonos una imagen tranquila y llena de esperanza.

Finalmente llega el verano donde los ocres se adueñan del terreno, mucho trigo ,algunos girasoles y pequeños huertos que salpican de verde y se suman al frescor de los chopos a la vera del río Perales.

Es en verano cuando el paisaje urbano también cambia, aumenta la población ,muchos visitamos Zayuelas unos días con objetivos distintos: descansar, vivir en familia, celebrar fiestas (La Magdalena, Santiago ,La Virgen…),compartir el gozo o la angustia de la cosecha , reencontrarte con esos orígenes que son vitales y que el contacto con ellos te llena el alma ……..

Quizás esos hombres y mujeres que un día dejamos el pueblo volvamos a él cuando nuestras obligaciones laborales nos lo permitan y esperemos que la edad no nos impida comunicar todo lo bueno que nuestros pueblos nos han transmitido.

Roser, una amiga catalana, habla de sus impresiones recordando los días pasados en Zayuelas:

He ido conociendo otros paisajes. Y este verano: Zayuelas.
Durante muchos años nos hemos acercado por la palabra. De Zayuelas ya habíamos oído hablar, de la pequeña vida rural, de las costumbres de este universo particular, del campo.

Familia García Soler: Nos transmitisteis la ilusión por vuestras tierras, sobretodo las tuyas Joaquín, que ahora ya son un poco nuestras.

Recuerdo el pueblo que a primera vista parece alineado a la carretera, pero después vas viendo que las casas tienen una disposición bastante irregular, una sale más y no tiene casi nada de acera, la otra se adentra como preparada para esperar las noches de verano al fresco…También hay mucha diversidad de formas y materiales.

Recordando “la casa vieja” no puedo dejar de pensar en todas aquellas mejoras que hemos conseguido, mirando atrás, de confortabilidad y de calidad de vida.

Más allá del pueblo, acabadas las primeras casas, ¡ que gusto contemplar, la suavidad del terreno, las tonalidades de marrones, ocres y oro que iba siguiendo la vista!.

A veces el tejido era grueso y rugoso, campos labrados de una tierra buena. Otras veces se veían inmensas franjas de trigo cortado como de terciopelo suave con una uniformidad relajante, monótona y sin estridencias.

Y en medio de toda aquella gama cromática de los colores de la tierra, rompiendo la harmonía de forma caprichosa, pequeñas manchas de verde, tiritas horizontales ocupando el espacio entre los campos pero de forma vertical por la voluntad y el permiso para crecer.

Hemos disfrutado mucho. ………… Ha sido una semana fantástica. Seguramente la mejor entre todas las vividas juntos.¡ Que buenos recuerdos compartidos y vividos que nos quedarán para siempre!”

Roser i els de casa

Sant Jordi, 25 d’agost del 2003

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