Entrevista a Amador Romero, alcalde de Fuentearmegil

Ser alcalde de un pueblo como el nuestro tiene muchas ventajas que no tienen los de las grandes capitales donde no se puede conocer a todos los vecinos ni las necesidades de cada calle y de cada casa.

Casado con doña Lucía Sierra, miembro también de la Corporación Municipal, tienen una hija con estudios universitarios que trabaja como tantos otros en una de las empresas abiertas en el Burgo de Osma o San Esteban.

Amador Romero es un vecino más del pueblo, trabajador como el primero y abierto siempre a lo que haga falta para el bien del municipio y de su gente. Le gusta hablar con todos y sabe hacerlo con amabilidad, contestando por lo derecho y yendo con agilidad de un tema a otro según van surgiendo en la entrevista que nos concede.

En los últimos años uno de los proyectos abordados con éxito han sido las obras de acondicionamiento llevadas en la iglesia, y por ese lado empezamos nuestra conversación:

-¿Has notado entre la gente alguna vez quejas por las incomodidades de las obras de la iglesia?

-Ni mucho menos. Es verdad que hemos tenido que estar un poco apretados el tiempo que el cura ha tenido que decir misa donde estaba el comedor de los chicos cuando había escuela, pero a nadie le ha parecido mal y ahora nos gusta ver que ha pasado de ser una iglesia un poco en mal estado a ser una verdadera joya artística entre los monumentos de toda la provincia.

Queremos conocer su opinión sobre los robos que se producen en los pueblos pequeños por parte de gente que viene de fuera, y reconoce que el problema existe y que las autoridades están tratando de atajarlo lo mejor que pueden.

-En estos pueblos sí que ha habido algún robo en los últimos años, pero por suerte la presencia de los que vivimos aquí asegura que la cosa no vaya a peor.

-¿Crees que haría falta más patrullas de la guardia civil vigilando?

-Podría ser, pero no es fácil la cosa. Un fenómeno que estamos viendo es la llegada de gente de fuera buscando setas. Lo malo no es que las busquen. Lo peor es que en vez de cogerlas a mano como toda la vida se ha hecho resulta que emplean rastrillos automáticos que destrozan el monte, y no comprenden que si arrasan con todo llegará el momento que no habrá setas ni para ellos ni para nadie. Algunos Ayuntamientos están pensando en poner una licencia municipal de manera que no les traiga cuenta pagarla más que a los del pueblo. No podemos dejar que vengan de fuera a romper lo nuestro sin pensar en las consecuencias.

Al preguntarle por el paro obrero que está amenazando a las zonas industriales de las ciudades podemos comprobar por lo que nos dice que el sistema económico de la agricultura tradicional en la que se asienta el pueblo se defiende bien de las tensiones financieras internacionales y tampoco la crisis de la construcción está llegando de manera directa.

-Es posible que esté pegando en alguno, pero en términos generales, como lo principal de aquí son las tierras que hemos heredado de nuestros padres, el que más y el que menos sigue llevando su hacienda sin muchos aprietos.

-Imagino que los problemas del envejecimiento del vecindario estarán también entre tus preocupaciones municipales.

-No puede ser por menos. En el año 2008 murieron alrededor de diez vecinos y eso representa una gran pérdida de personas y de la sabiduría tradicional que ellos tenían. En estos últimos años estamos asistiendo a cierta reactivación de la vida municipal gracias a la venida de varias familias que han fijado aquí su residencia de fin de semana y hasta en algún caso su vivienda principal, incluso algún matrimonio con hijos de corta edad. Tenemos que dejar que pase un poco más de tiempo, pero creo que el futuro de nuestros pueblos no es malo.

-¿Has pensado alguna vez en que se abriera una residencia de tercera edad para atender a todas las personas mayores de esta zona?

-Alguna vez lo hemos hablado pero no es fácil. Tendría que hacerlo una empresa privada y eso representa una inversión demasiado alta. Para abrir una residencia hay que contratar médicos y toda clase de especialistas que sería difícil de conseguir. Otra cuestión podía ser que tuviéramos una trabajadora social que fuera por las casas viendo a unos y otros y ocupándose de las cosas que las personas mayores no pueden hacer por su edad.

Terminamos la entrevista como la empezamos, haciendo mención a algunos de los valores artísticos conservados en la iglesia, como su artesonado mudéjar o las pinturas descubiertas en las paredes, que , según nos dice, están atrayendo a grupos de turistas entendidos en arte de toda España.

La conversación ha ido creciendo en interés y cordialidad con el tiempo, terminando con el intercambio de números de teléfono y propósitos de seguir en contacto. Se lo agradecemos convencidos de la importancia de que sobre todo los que viven fuera tengan esta forma de conocer de primera mano lo que preocupa a nuestro alcalde y las cosas que pasan en el pueblo.