No hay como un buen plato de torrendos

Yo tenía un tío tratante de ganado, arriero, viajero y correcaminos, que elegía el restaurante para comer según preparaban los torrendos que servían para el almuerzo. Si cocinaban bien los torrendillos en los almuerzos, era señal de que la cocina era de buen apaño y la comida prometía, si los torrendos estaban desabridos o rancios mejor buscar para comer otra taberna.